Defender la dignidad El templo de Dios debe ser defendido con determinación 9 de November de 2018 Ricardo Grzona
Defender la dignidad
Defender la dignidad El templo de Dios debe ser defendido con determinación 9 de November de 2018 Ricardo Grzona
Blog de la Biblia

Reflexiona:

«El amor que siento por tu templo me quema como un fuego.»

Piensa:

¿Qué pasaría si hoy llegas a casa y encuentras que tus vecinos se han metido sin permiso y han organizado una venta de bazar con tus cosas? Mínimo llamas a la policía y les exiges que devuelvan tus cosas, ¿verdad? Si no es que tomas lo primero que encuentres y te enojas mucho para correrlos de tu propiedad.

Bueno esa es precisamente la sensación de Jesús al llegar al templo (el lugar más sagrado para los judíos) y encontrarlo lleno de mercaderes que lucraban con la devoción de las personas, exigiendo la compra de ofrendas para ingresar y orar. Jesús siente que han profanado la casa de su Padre y los corre inmediatamente, y exclama que el amor que siente por ese lugar santo es lo que lo impulsa a defenderlo con tanta determinación.

Este texto nos invita a cuestionarnos ¿qué tan identificado me siento como hijo de Dios? ¿Cuido con recelo su templo?

Y aquí no solo nos limitemos a pensar en el espacio físico sino en nosotros mismos y nuestros hermanos, porque todos hemos sido consagrados como templos del Espíritu Santo, y hoy en día sigue habiendo «templos profanados», en todas esas personas a las que se les pisotea su dignidad como individuos y como hijos de Dios. Hoy seguimos viendo muchos maltratos y atropellos a la vida, el respeto. En muchos casos víctimas de la ambición de otros. Hoy vemos niños sin hogar, trata de personas, ancianos desvalidos… y la lista continúa.

Cada día nos topamos con templos que deben ser defendidos con el mismo celo que Jesús protegía el templo de Jerusalén, cada día somos llamados a impedir que «los mercaderes» profanen los espacios sagrados en nuestras mentes y corazones.

¿Qué tan atento estás para oponerte a las injusticias y la desigualdad? ¿Con qué actitud reaccionas ante las necesidades de los demás? ¿Estás dispuesto a meter las manos para ayudar a quien lo necesita y defender su dignidad? ¿O simplemente observas de lejos y te haces como si no pasara nada?

Hoy Jesús nos invita a ser valientes y decididos para levantar la voz ante las injusticias y la desigualdad, ante el abuso y la corrupción, porque el templo de Dios, debe ser defendido con determinación.

Dialoga:

Señor Jesús, aviva en mi corazón ese fuego de amor para levantar la voz ante la profanación del templo de Dios. Dame la gracia de saber mantener inmaculado el templo de mi corazón, para que sea un espacio digno donde habite tu presencia. 

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, que sepa defender el espacio sagrado donde habitas»

Recalculando:

Si nos identificamos como el «Cuerpo de Cristo» que somos, el proceso de cuidado de los más desvalidos nos lleva a recalcular la dirección de la vida. Seguro que conoces una situación humana en la que puedes ayudar. Piensa en un asilo de niños huérfanos, o un lugar de ancianos que no tienen ni siquiera quién les converse. Elije una actividad, ponle una fecha real, no dejes pasar esta oportunidad de servir al cuerpo de Cristo que sufre. Verás la diferencia en ti mismo.

Texto del Evangelio de hoy: San Juan 2:13-22

Como ya se acercaba la fiesta de los judíos llamada la Pascua, Jesús fue a la ciudad de Jerusalén. Allí, en el templo, encontró a algunos hombres vendiendo bueyes, ovejas y palomas; otros estaban sentados a sus mesas, cambiando monedas extranjeras por monedas judías. Al ver esto, Jesús tomó unas cuerdas, hizo un látigo con ellas, y echó a todos fuera del templo, junto con sus ovejas y bueyes. También arrojó al piso las monedas de los que cambiaban dinero, y volcó sus mesas. Y a los que vendían palomas les ordenó: «Saquen esto de aquí. ¡La casa de Dios, mi Padre, no es un mercado!»

Al ver esto, los discípulos recordaron el pasaje de la Biblia que dice: «El amor que siento por tu templo me quema como un fuego.»

Luego, los jefes de los judíos le preguntaron a Jesús:

—¿Con qué autoridad haces esto?

Jesús les contestó:

—Destruyan este templo, y en sólo tres días volveré a construirlo.

Los jefes respondieron:

—Para construir este templo fueron necesarios cuarenta y seis años, ¿y tú crees poder construirlo en tres días?

Pero Jesús estaba hablando de su propio cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, los discípulos recordaron que él había dicho esto. Entonces creyeron lo que dice la Biblia y lo que Jesús había dicho.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.

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Ricardo Grzona
Ricardo Grzona

Hermano Ricardo es argentino, y radica actualmente en Miami, Florida. Es experto en Lectio Divina y presidente ejecutivo de la Fundación Ramón Pané, que trabaja en la «Nueva Evangelización» por los diversos medios de tecnología. Junto con un pequeño grupo de jóvenes entre 25 y 32 años de edad, Ricardo prepara las aportaciones diarias para el Lectio Divina.

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