En alabanza a las madres Las madres bíblicas son una inspiración 22 de May de 2018 Gary Wiley
En alabanza a las madres
En alabanza a las madres Las madres bíblicas son una inspiración 22 de May de 2018 Gary Wiley
Blog de la Biblia


¡Feliz día, mamá!

Durante el mes de mayo celebramos y elogiamos a nuestras madres. Uno de los regalos más preciosos que recibí de Dios fue mi mamá. De ella aprendí a amar a Dios, a conocer a Jesús, a leer la Biblia y a hablar con Dios por medio de la oración. En muchas de las bendiciones que tenemos en la vida podemos ver la presencia y la persona de nuestra madre.

Madres que destacan en la Biblia

La Biblia nos presenta la vida de muchas madres, algunas no muy destacables, pero muchas que sí seguían fielmente a Dios y tenían un impacto fuerte en la vida de sus hijos y en la comunidad de fe. Podemos mencionar, entre otras a: Sara (Génesis 21), Rebeca (Génesis 25), Raquel (Génesis 30), Jocabed (Éxodo 2), Noemí (Rut 1), Rut (Rut 4) e Isabel (Lucas 1). Además de ser madres (o suegra, en el caso de Noemí) servían como ejemplos de fe y confianza en Dios. En este artículo me gustaría enfocarme en dos madres destacables: Ana y María.

Ana: dedicó su primogénito al servicio del Señor

Ana es mencionada en el libro de 1 Samuel en el Antiguo Testamento. Esposa de Elcaná, lo compartió con su otra esposa Peniná. En 1 Samuel 1:4-6 aprendemos algo de la dinámica de esta situación bastante diferente a la nuestra:

Cuando Elcaná ofrecía el sacrificio, daba su ración correspondiente a Peniná y a todos los hijos e hijas de ella, pero a Ana le daba una ración especial, porque la amaba mucho, a pesar de que el Señor le había impedido tener hijos. Por esto Peniná, que era su rival, la molestaba y se burlaba de ella, humillándola porque el Señor la había hecho estéril.

Esta situación le daba a Ana mucha pena. Le llevó su carga a Dios en oración y le pidió un hijo llorando con el alma llena de amargura. No solo pidió un hijo, pero prometió dedicarlo al Señor y a su servicio.

Un año más tarde le nació un hijo a Ana y le puso por nombre Samuel, porque se lo había pedido al Señor. Cuando lo destetó, Ana llevó a Samuel al templo del Señor, que estaba a unos 50 kilómetros de la casa. Al encontrarse con el sacerdote le dijo: «Le pedí al Señor que me diera este hijo, y él me lo concedió. Yo, por mi parte, lo he dedicado al Señor, y mientras viva estará dedicado a él» (1 Samuel 1:27-28).

Aunque Ana tuvo por lo menos cinco hijos más después de Samuel, nos sorprende su disposición de entregar a su primer hijo al Señor para servirle todos los días de su vida. Muchos padres han seguido el ejemplo de Ana en dedicar a sus hijos al Señor. Tenemos que preguntarnos si esta dedicación es una ofrenda completa o un rito esperado. Una vez dedicado al Señor, Samuel nunca volvió a casa para vivir con sus padres. Ana se dio cuenta que su hijo no era suyo, sino un regalo de Dios, y la mejor cosa que podía hacer era entregarlo al Señor. Para ti no significa que tienes que dejar tu hijo en la iglesia para que el pastor lo cuide, ¡no! Sino que debemos abrazar ligeramente a nuestros hijos para que Dios siempre pueda tener acceso a ellos.

María: participó con Dios para traer al Salvador al mundo

El ejemplo más profundo en la Biblia de la entrega de una madre es María, la madre de nuestro Señor Jesucristo. María llegó a ser madre bajo circunstancias únicas. El ángel Gabriel se le acercó con un mensaje de parte de Dios.

—¡Salve, llena de gracia! El Señor está contigo.

—María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo, y Dios el Señor lo hará Rey, como a su antepasado David, para que reine por siempre sobre el pueblo de Jacob. Su reinado no tendrá fin.

Entonces María dijo:

—Yo soy esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho (Lucas 1:28b, 30–33, 38).

María aceptó no solo el mensaje del Señor sino todo lo que iba a significar en su vida y la de su Primogénito. A cada rato, María reflexionaba sobre los eventos de su vida y de su Hijo. Lucas nos dice: «María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente» (2:19, 51).

Seguramente todo esto se puso en claro cuando María se encontró al pie de la cruz en que murió su Hijo para toda la humanidad. Allí debe haber recordado las palabras del profeta Simeón:

—Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. Él será una señal que muchos rechazarán, a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma (Lucas 2:34b–35).

Madre: ¿qué te pide Dios?

Ana entregó a Samuel a Dios para ser el gran profeta que nombró a David como rey de Israel. María entregó a Jesús para ser el Salvador de todo el mundo. Tu entrega tal vez no va a ser igual o tan drástica, pero tu dedicación entera es lo que Dios te pide. Uno de mis recuerdos más fuertes es el día en que mi familia y yo nos despedimos de mis padres para ir al Perú como misioneros. En ese momento mi mamá me dijo: «Esta es la cosa más difícil que jamás he hecho, sin embargo, te dediqué al Señor cuando eras bebé, entonces te dejo a Dios para que puedas servirlo».

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Gary Wiley
Gary Wiley

Gary es escritor y coordinador de contenido para el programa de integración-bíblica de American Bible Society. Vivió por muchos años en Lima, Perú, donde servía como pastor y misionero con su familia. Después pasó 15 años en la ciudad de Nueva York, sirviendo como pastor. Recibió una Maestría de Divinidad del Seminario Teológico de Asbury en Wilmore, Kentucky. Ahora vive en Merchantville, New Jersey, con su esposa, Charlotte y tienen 41 años de casado. Tienen tres hijos adultos y diez nietos y son parte de la parroquia de San Pedro en Merchantville.

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