Reflexiona:

“…sólo somos sirvientes; no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.”

Piensa:

Vivimos en un mundo donde todos queremos ser reconocidos, incluso por cosas simples. Tendemos a convertir en actos «heroicos» lo cotidiano. En el colegio creemos que merecemos puntos extras por asistencia, o por tener nuestras tareas completas; en el trabajo esperamos un «bono por puntualidad»; los políticos quieren que se les agradezca por llevar las cuentas claras y «no robar». Como si esto fuera extraordinario. Y en realidad es solo cumplir con lo que nos corresponde.

Esperar ser reconocidos por cada cosa que hacemos tiene consecuencias como la depresión o la ansiedad, cuando no recibimos la respuesta esperada. Hacer las cosas solo con miras a recibir una recompensa nos crea expectativas que nos llenan de frustración. Por eso es necesario aprender a ser humildes y a actuar con la convicción de hacer las cosas bien, porque así debe ser, y no porque esperamos que alguien nos ponga una estrellita en la frente y nos felicite.

El Evangelio de hoy, nos recuerda que no debemos caer en el egocentrismo de pensar que todo gira en torno a nuestras necesidades, antes bien debemos recordar que Dios ha sido infinitamente generoso con nosotros y que la mejor forma de mostrar nuestro agradecimiento es cumplir con la tarea que nos ha encomendado en nuestra vida.

Claro que debemos ser conscientes de que Dios no es un «jefe» mal agradecido, él sabe reconocer nuestro esfuerzo y podemos estar seguros de que al final valdrá la pena ser dedicados en nuestra vida diaria. Pero que la esperanza de la recompensa no sea lo que nos mueva, sino que nos mueva el agradecimiento y el deseo de corresponder con amor, todo el amor que de él hemos recibido.

Hoy te invitamos a hacer un alto en el día y pensar, ¿qué cosas son las que exijo a Dios por «ser bueno»? ¿Cuántas veces me he sentido decepcionado porque no me ha dado lo que pedí a cambio de mis actos de caridad? ¿En verdad cumplo con mis deberes porque es lo correcto, o porque espero el reconocimiento?

Dialoga:

Señor Jesús, ayúdame a practicar la humildad y saber reconocer que sin importar cuántas cosas haga, nunca será demasiado y que solo estoy cumpliendo con mi deber como hijo de Dios. Permíteme ser paciente y agradecido para vivir una vida más sencilla y feliz.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a actuar con humildad»

Recalculando:

Para revisar el rumbo de nuestra vida, piensa: ¿me muevo sólo por la recompensa? Hoy te invito a que vayas donde hay una persona que necesita ayuda. Puede ser simplemente para arreglar su habitación, moverse a otro lugar, acomodar cosas que tiene que hacer… Son muchas las personas que esperan tu ayuda. Tu acción es ver quién te necesita y atiende a esa persona. Verás que tu mirada se vuelve como la mirada de Dios que siempre está atento a ayudarnos. Al final, solo podrás decir «hice lo que tenía que hacer». Sentirás en tu vida la satisfacción del haber realizado la buena obra.

Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 17:7-10

»Ninguno de ustedes que tenga un esclavo, le dice: “Ven, siéntate a comer”, cuando éste regresa de trabajar en el campo, o de cuidar las ovejas. Más bien, le dice: “Prepárame la cena. Quiero que estés atento a servirme, hasta que yo termine de comer y de beber. Ya después podrás comer y beber tú.” Tampoco le da las gracias por cumplir con sus órdenes. De modo que, cuando ustedes hayan hecho todo lo que Dios les ordena, no esperen que él les dé las gracias. Más bien, piensen: “Nosotros somos sólo sirvientes; no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.”»

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.