Perdón sincero: Palabra del día El orgullo es una de las principales razones para no perdonar 16 de August de 2018 Ricardo Grzona
Perdón sincero: Palabra del día
Perdón sincero: Palabra del día El orgullo es una de las principales razones para no perdonar 16 de August de 2018 Ricardo Grzona
Blog de la Biblia

Reflexiona:

Hay que perdonar una y otra vez; es decir, siempre.

Piensa:

Pedir perdón y perdonar son tareas complicadas, si las queremos realizar de corazón. En la vida cotidiana estamos acostumbrados a usar la palabra perdón para cosas muy simples, y quizá por ello ha perdido un poco el valor de saber pedir disculpas sinceras. Si vamos por la calle y tropezamos con alguien casi por inercia decimos «perdón» y continuamos nuestro camino, sin seguir pensando en ese suceso. Pero cuando es necesario pedir un perdón de corazón entonces esa palabra como que se atora en nuestra garganta.

El orgullo es una de las principales razones para no perdonar, o para no pedir perdón. El mundo nos ha convencido de que «nos lo merecemos todo» y que «todo se vale» para conseguir lo que queremos, incluso pasar por encima de la dignidad de otros; y esta actitud egocentrista nos hace pensar que pedir perdón o perdonar, son acciones que nos hacen débiles.

Cuántas veces nos damos cuenta de nuestros errores, pero preferimos buscar la forma de justificar nuestro actuar, en lugar de reconocer que nos equivocamos. O preferimos castigar a quien nos ha ofendido en lugar de darle el perdón y continuar con nuestra vida.

Muchas veces también confundimos la justicia con el perdón, pero una cosa no lleva a la otra. Muchas personas aun después de que se ha castigado a su agresor, siguen viviendo con el rencor y las heridas en el alma, y eso no las deja avanzar; y por otro lado hay personas que deciden perdonar sin actuar legalmente en contra de sus agresores.

Hay muchas razones para perdonar: paz mental, superación del dolor, cierre de ciclos… pero hoy el Evangelio nos habla de la más importante, solo quien es capaz de perdonar puede recibir el perdón. Hay una frase muy común que dice: «lo que das recibes», así que, si andamos por el mundo repartiendo culpas, y esparciendo odio, eso recibiremos de regreso; por el contrario, si llevamos una vida en paz con nosotros mismos y con nuestro prójimo, perdonando las faltas que cometen, a sabiendas de que nosotros mismos no somos perfectos, entonces en esa medida nosotros mismos recibiremos el perdón.

Hoy te invito a hacer un examen de conciencia y pensar en esas heridas del pasado que aun siguen abiertas. Piensa en las personas que te han hecho daño y que el recuerdo aun te duele. ¿Cuánto crees que les lastime tu rencor? ¿Crees que al odiarles ellos sufren? ¿Quién ha salido más dañado al arrastrar ese dolor?

Dejemos atrás el pasado, no olvidando, sino perdonando; para poder cerrar las heridas y sobre todo para que Dios perdone nuestras propias faltas.

Dialoga:

Señor Jesús, tú me has enseñado que no hay ninguna falta tan grave que no merezca ser perdonada, y sé que muchas veces mis ofensas contra ti y mis hermanos han sido graves, pero nunca has dejado de amarme. Ayúdame a tener un corazón generoso que sepa perdonar a quienes me han ofendido, siguiendo tu ejemplo de amor incondicional.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, enséñame a perdonar»

Recalculando:

Para revisar tu vida con respecto al evangelio de hoy, te invito a que busques en tu corazón aquella palabra hiriente que alguna vez sentiste que fue para ti y que quedó grabada en tu corazón sin perdón alguno. Tal vez tú no puedas volver a encontrarte con esa persona, pero puedes perdonar de corazón. Y ponerla en manos del Señor para decirle a él en tu oración que perdone a quien tú crees que te hizo mal. Y deja en sus manos esta acción de perdonar para quedarte en paz.

Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 18:21-19:1

Entonces Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:

—Señor, si un miembro de la iglesia me hace algo malo, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Sólo siete veces?

Jesús le contestó:

—No basta con perdonar al hermano sólo siete veces. Hay que perdonarlo una y otra vez; es decir, siempre.

»En el reino de Dios sucede algo parecido a lo que cierta vez sucedió en un país. El rey mandó llamar a sus empleados para que le informaran cómo andaban sus negocios y para que le pagaran todo lo que le debían.

»Cuando comenzó a sacar cuentas, le llevaron un empleado que le debía sesenta millones de monedas de plata. Como el empleado no tenía dinero para pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa y sus hijos, y que vendieran también todo lo que tenía. Así, con el dinero de esa venta, la deuda quedaría pagada.

»Pero el empleado se arrodilló delante del rey y le suplicó: “Señor, déme usted un poco más de tiempo y le pagaré todo lo que le debo.”

»El rey sintió compasión de su empleado y le dijo: “Vete tranquilo; te perdono todo lo que me debes.”

»Al salir del palacio del rey, ese empleado se encontró con un compañero que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y le dijo: “¡Págame ahora mismo lo que me debes!”

»El compañero se arrodilló delante de él y le suplicó: “Dame un poco más de tiempo y te lo pagaré todo.”

»Pero aquel empleado no quiso darle tiempo, y mandó que metieran a su compañero en la cárcel, hasta que pagara el dinero que le debía.

»Los otros compañeros, al ver lo que había pasado, se molestaron mucho y fueron a contárselo al rey.

»Entonces el rey mandó llamar a aquel empleado y le dijo: “¡Qué malvado eres! Te perdoné todo lo que me debías, porque me lo suplicaste. ¿Por qué no tuviste compasión de tu compañero, así como yo la tuve de ti?”

»El rey se puso furioso, y ordenó que castigaran a ese empleado hasta que pagara todo lo que le debía.

Jesús terminó diciendo: «Lo mismo hará Dios mi Padre con cada uno de ustedes, si no perdonan sinceramente a su hermano.»

Cuando Jesús terminó de enseñar, salió de la región de Galilea y se fue a la región de Judea, al este del río Jordán.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.

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Ricardo Grzona
Ricardo Grzona

Hermano Ricardo es argentino, y radica actualmente en Miami, Florida. Es experto en Lectio Divina y presidente ejecutivo de la Fundación Ramón Pané, que trabaja en la «Nueva Evangelización» por los diversos medios de tecnología. Junto con un pequeño grupo de jóvenes entre 25 y 32 años de edad, Ricardo prepara las aportaciones diarias para el Lectio Divina.

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