Hace dos semanas compartimos una exposición del carácter multifacético de los Salmos escrito por el gran teólogo san Ambrosio de Milán. Los salmos presentan una atractiva fragancia que nos atrae cada día sin importar lo que estemos experimentando. ¿Cómo sería comenzar y terminar cada día con ellos?

¿Qué es más agradable que un salmo?

¿Qué es más agradable que un salmo? David lo expresa bien: ¡Aleluya! ¡Que bueno es cantar himnos a nuestro Dios! ¡A él se le deben dulces alabanzas! (Salmos 147:1). Sí, un salmo es una bendición en los labios del pueblo, un himno de alabanza a Dios, el homenaje de la asamblea, una aclamación general, una palabra que habla por todos, la voz de la Iglesia, una confesión de fe en la canción. Es la voz del asentimiento completo, la alegría de la libertad, el grito de la felicidad, el eco de la alegría. Calma el genio, distrae del cuidado, aligera la carga del dolor. Es una fuente de seguridad durante la noche, una lección de sabiduría durante el día. Es un escudo cuando tenemos miedo, una celebración de la santidad, una visión de la serenidad, una promesa de paz y armonía. Es como una lira, que evoca la armonía de una mezcla de notas. El día comienza a la música de un salmo. El día se cierra al eco de un salmo.

En un salmo, la instrucción compite con la belleza. Cantamos por placer. Aprendemos para nuestro beneficio. ¿Qué experiencia no cubre una lectura de los salmos? Encontré las palabras: Canto de amor (Salmos 45:1c), y estoy en llamas con el deseo del amor de Dios. Voy a través de la revelación de Dios en toda su belleza, las insinuaciones de la resurrección, los dones de su promesa. Aprendo a evitar el pecado. Veo mi error al avergonzarme de haberme arrepentido de mis pecados.

¿Qué es un salmo sino un instrumento musical para dar expresión a todas las virtudes? El salmista de la antigüedad lo usó, con la ayuda del Espíritu Santo, para hacer que la tierra fuera la música del cielo. Utilizó la tripa muerta de cuerdas para crear armonía a partir de una variedad de notas, con el fin de enviar al cielo el canto de la alabanza de Dios. Al hacerlo, nos enseñó que primero debemos morir al pecado, y luego crear en nuestras vidas en la tierra una armonía a través de acciones virtuosas, si la gracia de nuestra devoción es alcanzar al Señor.

De esta manera, David nos enseña que debemos cantar una canción de alabanza desde nuestro interior, como san Pablo, quien nos dice: Pues debo orar con el espíritu, pero también con el entendimiento. Debo cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento (1 Corintios 14:15). Debemos modelar nuestras vidas y nuestras acciones a la luz de las cosas que están arriba. No debemos permitir que el placer despierte pasiones corporales, que pesan nuestra alma en lugar de liberarla. El santo profeta nos dijo que sus canciones de alabanza eran para celebrar la liberación de su alma cuando dijo: Yo, por mi parte, cantaré himnos y alabaré tu lealtad al son del arpa y del salterio, Dios mío, Santo de Israel. Mis labios se alegrarán al cantarte, lo mismo que todo mi ser, que tú has salvado (Salmos 71:22-23).

Durante estos largos días de verano agrega fragancia y significado a tu vida al comenzar y terminar tu día con un salmo.

De las explicaciones de los Salmos de san Ambrosio, obispo Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum