Blog de la Biblia

Reflexiona:

Jesús dijo a los discípulos: «Ustedes deben hablar en Jerusalén de todo esto que han visto».

Piensa:

En el ámbito legal, es muy común el término «testigo» cuando se firma un documento importante, además de las partes involucradas se llama a unos testigos, que sirven para presenciar las circunstancias en que se firma el convenio y en caso de una disputa pueden contar lo que vieron y leyeron.

Esa es la función de un testigo, es una persona que observa, forma parte y da testimonio de un hecho. Y eso es precisamente lo que vemos en el Evangelio de hoy. Jesús ha resucitado y empieza a hacerse presente a sus discípulos en diversos momentos. Ellos conocían las Escrituras y Jesús los llama para ser testigos de que todo cuanto estaba escrito se ha cumplido, para que después ellos vayan a contárselo a los demás.

Hoy Jesús nos sigue llamando, cada día nos ofrece la oportunidad de convertirnos en testigos que después de haber recorrido con él, el camino de la cruz; seamos parte de la alegría de su resurrección y sobre todo que nos volvamos comunicadores de esa alegría. Y comunicar no necesariamente con palabras, sino con un verdadero ejemplo de la alegría de un cristiano que ha visto a su maestro salir victorioso de la muerte y que nos invita a seguir sus pasos.

Hoy, esas palabras nos interpelan a cada uno de nosotros: «Vayan a contar todo lo que han visto». ¿Estás listo para comenzar esa misión? ¿Cuáles son los medios y la forma en que puedes anunciar que Cristo vive, que lo has encontrado y que te ha llenado de alegría?

Dialoga:

Señor Jesús, gracias porque me has llamado y me sigues llamando para ser un testigo de tu amor y de tu gloria. Ayúdame a saber ser un discípulo comprometido que vaya por el mundo anunciando tu palabra y ayudando a otros para encontrarse contigo.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, que mi vida sea un testimonio de tu amor»

Recalculando:

Estoy seguro que en tu vida hay alguna persona que por un motivo está sufriendo. Como es obvio en nuestra sociedad nadie se «mete» con esa persona, salvo un cristiano como tú, que te acercarás hoy a saludar y a dar testimonio de la alegría cristiana, tal vez con alguna anécdota, o con un detalle como una flor, que pueda después desencadenar un diálogo donde exprese que tú estás convencido y eres testigo de la Resurrección del Señor.

Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 24:35-48

Los dos discípulos contaron a los del grupo todo lo que había pasado en el camino a Emaús, y cómo habían reconocido a Jesús cuando él partió el pan.

Todavía estaban los dos contando su historia, cuando Jesús se presentó en medio de todos y los saludó: «¡Reciban la paz de Dios!»

Todos se asustaron muchísimo, porque creyeron que era un fantasma. Pero Jesús les dijo: «¿Por qué están tan asustados? ¿Por qué les cuesta tanto creer? ¡Miren mis manos y mis pies! ¡Soy yo! ¡Tóquenme! ¡Mírenme! ¡Soy yo! Los fantasmas no tienen carne ni huesos, pero yo sí.»

Mientras les decía eso, Jesús les mostraba sus manos y sus pies. Pero ellos, entre asustados y contentos, no podían creer lo que estaban viendo. Entonces Jesús les preguntó: «¿Tienen algo de comer?»

Ellos le dieron un pedazo de pescado asado, y Jesús se lo comió mientras todos lo miraban. Después les dijo: «Recuerden lo que les dije cuando estaba con ustedes: “Tenía que cumplirse todo lo que dice la Biblia acerca de mí.”»

Entonces les explicó la Biblia con palabras fáciles, para que pudieran entenderla:

«La Biblia dice que el Mesías tenía que morir y resucitar después de tres días. También dice que en todas las naciones se hablará de mí, para que todos se vuelvan a Dios y él los perdone.

»Ustedes deben hablar en Jerusalén de todo esto que han visto.»

 Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.