Dichos populares
Casi toda mi vida he escuchado el dicho popular: «Puedes engañar a algunas personas todo el tiempo, y a todas las personas de vez en cuando, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo». No sabía hasta hace poco que el originador de este dicho ha sido nadie menos que el presidente estadounidense Abraham Lincoln. Lo dijo en un día como este hace 169 años, 11 años antes de ser elegido presidente.
La posibilidad de engañarte a ti mismo
El libro de Proverbios se encuentra en el Antiguo Testamento. Según su primer versículo, el libro se compone por dichos de Salomón, hijo de David, rey de Israel. La Biblia dice que «la sabiduría de Salomón sobrepasó a la de los egipcios y los orientales» (1 Reyes 4:30). Sus dichos tienen como propósito: «comunicar sabiduría e instrucción, ayudar a comprender palabras llenas de sentido, adquirir instrucción, prudencia, justicia, rectitud y equilibrio; hacer sagaces a los jóvenes inexpertos, y darles conocimiento y reflexión» (Proverbios 1:2-4).
Más adelante en su libro, Salomón presenta una lista comparando a personas que siguen estos dichos y las personas que no los siguen, o sea, personas que por sus ideas, acciones y reacciones se están engañando a ellos mismos.
Hay caminos que parecen derechos,
pero al final de ellos está la muerte.
El necio está satisfecho de su conducta;
el hombre bueno lo está de sus acciones.
El imprudente cree todo lo que le dicen;
el prudente se fija por dónde anda.
El sabio teme al mal y se aparta de él,
pero al necio nada parece importarle.
El que es impulsivo actúa sin pensar;
el que es reflexivo mantiene la calma.
Los imprudentes son herederos de la necedad;
los prudentes se rodean de conocimientos (Proverbios 14:12, 14-18).
Nota bien la comparación que el sabio rey hace entre el necio y el hombre bueno, el imprudente y el prudente, el sabio y el necio, y el impulsivo y el reflexivo. El necio, el imprudente y el impulsivo todos caen en la categoría de alguien que no posee la verdadera sabiduría, alguien que practica el engaño, ciertamente con el resultado de engañar a otros, pero más lamentablemente que se engaña a sí mismo. Según Salomón, si sigue en ese camino, lo llevará a la muerte.
El apóstol Pablo también nos da una advertencia que suena al consejo de Salomón: «No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha» (Gálatas 6:7). Si combinamos la sabiduría de Salomón con la de Pablo, vemos que la persona que está satisfecha con su conducta, la persona que cree todo lo que le dicen, la persona que nada parece importarle, la persona que actúa sin pensar, y la persona que es heredera de la necedad, no ha sembrado bien y la cosecha lleva a la muerte.
La cosecha de la vida eterna
Escucha bien las palabras de vida que nos ofrece Pablo:
El que siembra en el Espíritu, del Espíritu recogerá una cosecha de vida eterna. Así que no debemos cansarnos de hacer el bien; porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos. Por eso, siempre que podamos, hagamos bien a todos, y especialmente a nuestros hermanos en la fe (Gálatas 6:8b-10).
Vivir así no es para engañar a nadie. Este fin ya no es parte de nosotros, más bien nuestro deseo es hacer bien a todos, especialmente a nuestros hermanos en la fe. Y, de esa manera, no te engañas a ti mismo.
Leer más posts sobre: Relaciones Saludables, Amistades
Gracias al apoyo fiel de nuestros socios financieros, American Bible Society ha ayudado a las personas a interactuar con el mensaje transformador de la Palabra de Dios por más de 200 años.
Ayúdanos a compartir la Palabra de Dios con los más necesitados
Haz Tu Donación AhoraSubscríbete
Quiero recibir consejos, materiales y recursos bíblicos.