Cuando era niña, una de mis cosas favoritas era colorear. Yo era perfeccionista. Tenía que quedarme dentro de las líneas en todo momento. Crayola era mi marca favorita de lápices de colores porque colorean mejor. No podrías traerme crayones baratos porque no los usaría. Simplemente no coloreaban bien. También debía tener la caja con el sacapuntas incluido, en caso de que mis crayones se desgastaran.

Odiaba cuando mis lápices de colores se partían. Hubiera pensado que era el fin del mundo. Cada vez que me enojaba, iba a llorarle a mi madre y ella siempre decía: «¡Los crayones rotos todavía colorean!». Pero a los tres años, no entendí eso. Pensé que necesitaba que mi crayón estuviera completo para colorear correctamente.

Los crayones rotos todavía colorean

No había pensado en este dicho en años. Entonces, un día el año pasado, cuando más deprimida me sentía, Dios usó este mismo dicho para restaurarme. Estaba en un estado de quiebre. Mi corazón estaba roto, mi espíritu estaba roto, mi fe era baja y mi mente estaba por todas partes. No sentía que fuera buena para nada. No pensé que pudiera hacer mucho. Tampoco pensé que podría cumplir el propósito que Dios me había dado. Dejé de leer la Palabra de Dios. Dejé de orar y ayunar. No tenía ganas de ser social o alentar a los demás. Sentí que no tenía nada más que dar. Necesitaba ser alentada.

Un domingo, Dios me habló a través de mi pastora. Ella me dijo que era hora de levantarse y volver al trabajo. Me recordó que Dios tiene un plan para mi vida y un propósito que cumplir. Después de nuestra conversación, comencé a orar y a preguntarle a Dios: «¿Cómo puedes usarme en este estado roto?». Dios siguió respondiendo: «Los crayones rotos siguen coloreando». Dios estaba diciendo, sí, estás rota, pero aún puedes hacer lo que te hice hacer. Todavía puedes hacer a lo que te llamé, lo que te propuse hacer. Sí, estás rota, pero aún puedo usarte.

Personas en la Biblia que estaban quebrantadas

Mientras estudiaba las Escrituras, me encontré con algunas de las personas que Dios usó, a pesar de que estaban quebrantadas. Personas como Moisés, Ezequiel, Noemí y Rahab me mostraron el otro lado del quebrantamiento. No importa en qué estado roto estemos, nunca estamos fuera del alcance de Dios. Nunca estaremos tan lejos de Dios como para que no pueda usarnos efectivamente para sus propósitos.

Moisés era un hebreo que creció en la casa de Faraón. Huyó de Egipto después de matar a un guardia egipcio. Pero Dios tenía un plan y un propósito para la vida de Moisés. Aunque se fue como un asesino, Dios finalmente lo envió de regreso a Egipto como un libertador del pueblo (véase Éxodo 2:1-3:12). A Ezequiel no se le permitía llorar porque Dios lo estaba usando como una lección objetiva para mostrar al pueblo de Israel lo que pronto experimentarían de la mano de sus enemigos (véase Ezequiel 24: 15-27). Incluso en su estado de corazón roto, Ezequiel tuvo que continuar cumpliendo su propósito, que era hablar y dar a conocer la Palabra de Dios y cumplir los mandamientos de Dios.

Noemí comparte una historia similar. Había perdido a su esposo y sus dos hijos, pero incluso a través de sus sentimientos de pérdida, vacío y amargura, ayudó a instruir a su nuera, Rut, sobre con quién debía casarse. Rahab era una prostituta en Jericó, y sabemos que las prostitutas no son consideradas bien en la sociedad por lo que hacen. Pero Rahab llegó a conocer a Dios. Ella escondió a dos espías y les dijo: «Porque el Señor, el Dios de ustedes, es Dios lo mismo arriba en el cielo que abajo en la tierra» (Josué 2:11b). Debido a que Dios tenía un plan para su vida, afortunadamente, Rahab y toda su familia se salvaron, ¡preservando el linaje de nuestro Señor y Salvador Jesucristo!

Tenemos el último ejemplo en Jesucristo, quien fue traicionado por aquellos más cercanos a él. Estaba magullado, maltratado y quebrantado. Cristo sabe lo que es sentirse abandonado y solo. Sin embargo, él pasó por todo esto por nosotros, para que pudiéramos reconciliarnos con Dios.

¿Te ves en alguna de estas historias? Mientras lees las Escrituras, presta atención a los matices en la vida del personaje. Ten en cuenta cómo las personas pueden ser usadas de manera efectiva, a pesar de sus deficiencias. ¿Qué otros personajes e historias bíblicas podrías agregar a esta lista?

El otro lado del quebrantamiento

Amo mucho a Dios porque Dios no nos abandona cuando estamos en mal estado. Dios no dice que no puede usarnos porque estamos muy quebrantados. Cristo vino a sanar, liberar, restaurar y liberarnos. En Lucas 4:18 Jesús dice: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos».

Cuando nos sintamos perdidos, desanimados y quebrantados, sé que Cristo está allí para ayudarnos a superarlo. Él está allí para darnos esperanza y aumentar nuestra fe en Dios. No, no se siente bien cuando estamos pasando por dificultades, pero Eclesiastés 7:8 me asegura que «Mejor es el fin del negocio que su principio». Además, Filipenses 1:6 nos dice: «Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese». Incluso en nuestro estado de quebrantamiento, Dios todavía está haciendo un buen trabajo en nosotros. Aunque al principio no se ve ni se siente tan bien, el final será mucho mejor.

Cuando estamos quebrantados, no es el momento de rendirnos y alejarnos de Dios. Más bien, es el momento de acercarnos a Dios. Es entonces cuando debemos buscar a Dios aún más por dirección, claridad, ayuda y fortaleza. Es el momento de pedirle a Dios que nos recuerde nuestro propósito, porque a veces perdemos esa perspectiva en el camino. Cuando salgamos al otro lado, tendremos más fe, más alegría, más fuerza, más esperanza y una relación más cercana con Dios.

Entonces, no te rindas. Deja que el Salmo 31:24 te aliente: «Den ánimo y valor a sus corazones todos los que confían en el Señor». Anímate, tienes un propósito que cumplir y mucho trabajo por hacer. Intenta escribir las referencias de las Escrituras anteriores en fichas (Lucas 4:18, Eclesiastés 7:8, Filipenses 1:6 y Salmos 31:24). Ponlos en lugares estratégicos y reflexiona sobre ellos durante todo el día. Ten la intención de leerlos y deja que te alienten cuando te sientas demasiado quebrantado para que Dios te use.