Seguimos con nuestra serie «Los Salmos en tu vida».
Para toda ocasión la Biblia tiene en su amplio cancionero de cánticos que es el libro de los Salmos —palabras de ánimo, de fortaleza, consuelo y apoyo, frases que alientan nuestro corazón en los momentos difíciles— por los que, invariablemente, pasaremos en esta trayectoria que llamamos vida, que por la gracia divina de Dios tenemos.
Es así que también debemos, una vez solucionados nuestros momentos de necesidad, exaltar a aquel que pronto nos auxilia en nuestro clamor, el que dio su vida por redimirnos, limpiando nuestros pecados con su valiosa sangre derramada en la cruz del Calvario.
Una de las más hermosas alabanzas dentro de los salterios a Dios es el Salmo 92, el cual desde sus inicios corrobora de manera manifiesta la exaltación y el agradecimiento a nuestro Padre celestial expresado con la emoción y el entusiasmo con que el autor lo creó.
«Bueno es alabarte, oh Jehová,
Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo» (Salmos 92:1).
Porque toda hora es propicia para recordarlo y agradecer su inmensa bondad y misericordia para nosotros, sus hijos.
«Anunciar por la mañana tu misericordia,
Y tu fidelidad cada noche» (Salmos 92:2).
Una de las partes más significativas del Salmo 92 son los versículos del 12 al 15 por cuanto son promesas de Dios para su pueblo, como piedras preciosas cuyo brillo fulgura sobre los justos, los que obedecen su palabra, a quienes compara con las altas palmeras cuyo crecimiento desmesurado será tan elevado como el cedro del Líbano y sus frutos seguirán germinando copiosamente aun después de la vejez; promesas que Dios en su eterna permanencia, cumple a todos sus hijos.
«El justo florecerá como la
Crecerá como cedro en el Líbano.
Plantados en la casa de Jehová,
En los atrios de nuestro Dios florecerán.
Aun en la vejez fructificarán;
Estarán vigorosos y verdes,
Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto,
Y que en él no hay injusticia» (Salmos 92:12–15).
Para mí es muy grata la lectura de los Salmos al enaltecer el poder de nuestro creador de manera lírica utilizando hermosas metáforas que embellecen el lenguaje figurado con que fueron escritos en forma de poemas que desde el punto de vista literario son obras perfectas de sabiduría escritas con un alto sentido del arte de la palabra escrita. La mayoría de estas magnificas obras se le acreditan al rey David, aunque muchos otros se les acreditan también a grandes personajes bíblicos. Todos invariablemente demuestran un alto contenido de consagración y una extraordinaria sabiduría a la hora de componerlos.
Como formo parte del coro de alabanzas de mi iglesia, cantamos con frecuencia este salmo convertido en un hermoso himno con una melodía apropiada para exaltar con amor al Dios nuestro de cada día, quien nos suple de manera maravillosa en nuestra vida cotidiana y es el sostén permanente en nuestro devenir porque no solo debemos acordarnos de Dios cuando enfrentamos las tribulaciones diarias para pedirle auxilio sino en todo momento para alabar y glorificar su santo nombre.
«¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!
¡Muy profundos son tus pensamientos!» (Salmos 92:5).
* Letra de una canción de Led Zeppelin.
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