Durante la temporada de Adviento, o fuera de ella, la historia de una pareja de ancianos, Zacarías e Isabel, al escuchar del ángel Gabriel que ellos serían padres más allá de su apogeo, agita nuestros pensamientos y emociones. Nunca me canso de escuchar las profecías del Antiguo Testamento y revivir la anticipación que Israel debió sentir cuando la gente esperaba a su Mesías. Y tan ciertamente al revivir estos «favoritos», como siempre es el caso con las Escrituras, hay algo nuevo que descubrir. Eso me sucedió cuando leí nuevamente la historia del Evangelio en Lucas 1:5-25.
Es la historia de la visita de Gabriel a Zacarías mientras él estaba sirviendo en el templo. Como ya mencioné, Zacarías e Isabel tenían una edad avanzada. No tuvieron hijos porque Isabel fue estéril todos esos años. Luego, mientras Zacarías ofrecía oraciones en forma de incienso en nombre de la multitud de personas que esperaban afuera, el ángel Gabriel apareció de repente.
Quizá sabes lo que pasó después. Zacarías tiene miedo. Gabriel le dice que tendrá un hijo; Zacarías es incrédulo; y a Zacarías se le dice que, debido a su incredulidad, no podrá hablar hasta que nazca su bebé. La mayoría de nosotros sabemos cómo se desarrolla la historia. Pero cuando volví a leer este pasaje, vi algo que nunca había notado.
En esto se le apareció a Zacarías un ángel del Señor, de pie al lado derecho del altar del incienso. Al ver al ángel, Zacarías se quedó sorprendido y lleno de miedo. Pero el ángel le dijo: —Zacarías, no tengas miedo, porque Dios ha oído tu oración, y tu esposa Isabel te va a dar un hijo, al que pondrás por nombre Juan (Lucas 1:11-13).
¿Qué, qué? La aparición y el anuncio de Gabriel a Zacarías fueron en respuesta directa a su oración. Zacarías había orado para que su esposa le diera un hijo. Dios había retrasado la respuesta hasta el momento perfecto. Zacarías, Isabel y su hijo se convertirían en parte de la gran historia en desarrollo de la venida de la salvación de Dios al mundo en el tiempo perfecto de Dios.
¿Qué hacemos cuando Dios nos asegura que ha escuchado nuestra oración? Sé que a veces sigo orando y preguntándome e incluso dudando y buscando planes de respaldo. ¿Te suena familiar? ¿Cómo nos asegura Dios que ha escuchado nuestra oración? Sólo puedo responder de una manera. Si Dios pone una carga en nuestros corazones y deja claro que quiere que pasemos un tiempo en intercesión, entonces podemos estar seguros de que también contestará esa oración. Ambos sabemos que la respuesta puede no parecerse exactamente a lo que esperamos o deseamos, pero Dios responderá y estará en su momento perfecto y cumplirá su voluntad.
Zacarías esperaba tener un hijo con Isabel cuando se casaron, y durante muchos años después. Sin embargo, la respuesta llegó cuando Zacarías era más adecuado para ser un abuelo o incluso un bisabuelo. Pero el hijo llegó, y Jesús dijo de él (Juan), «Les aseguro que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista…» (Mateo 11:11a). Cuando Jesús dijo eso, Zacarías había pasado de la escena. Él no vería a Juan siendo usado por Dios para anunciar la venida de Jesús. Afortunadamente, tampoco fue testigo del martirio de su hijo, pero su oración fue contestada.
Al comenzar este nuevo año, podemos darnos una gran esperanza para las oraciones profundas que Dios ha puesto en nuestros corazones. Al orar por tu familia, por tus hijos y nietos, especialmente cuando el Espíritu Santo te guía, recuerda que Dios ha escuchado tu oración.
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