La época contemporánea se caracteriza por un espíritu de emprendimiento. Muchos quieren lograr el sueño de su vida y lograr grandes metas financieras que los liberen de la pobreza y las limitaciones. Otros prefieren tener un trabajo seguro; y en su afán de cualificar para una mejor posición y salario, buscan impresionar a sus superiores aceptando largas jornadas de trabajo y las prioridades que deberían ocupar el primer lugar en su vida quedan relegadas para «cuando les sobre tiempo». Como resultado su vida se vuelve un caos donde en vez de «trabajar para vivir», «viven para trabajar».

Tener grandes sueños y metas profesionales es positivo. Lo que no es positivo es cuando no tenemos metas y sueños personales y espirituales. Al no haberlo las metas profesionales aplastan la vida personal, familiar y espiritual. Nos convertimos en objetos sin otro propósito que tener dinero y éxito, entonces, nuestra vida pierde valor y significado pues dejamos de ser útiles para servir a los demás. En otras palabras, de nada vale que alcancemos metas profesionales, si por el exceso de trabajo destruimos las otras áreas importantes de la vida.

Una buena manera de cambiar la vida y lograr grandes sueños es estableciendo metas en las tres áreas, simultáneamente. Cuando nuestras metas profesionales, personales y espirituales van de la mano, nuestra vida toma un giro diferente y cobra sentido de acuerdo a lo que Dios espera de nosotros.

Todos tenemos vidas ocupadas. El trabajo, la familia, nuestra vida espiritual, los amigos y todo lo demás que ocupa—o amenaza con ocupar—nuestra atención nos coloca muchas veces en un campo de batalla estresante. Es entonces cuando necesitamos aferrarnos a las promesas de Dios: /p

«No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa» (Isaías 41:10). También la Biblia nos ayuda a encontrar el balance que le da verdadero sentido a la vida. «Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud» (2 Timoteo 3:16).

Permíteme compartirte estos consejos que te serán útil para determinar si tus acciones te están ayudando a lograr el equilibrio que necesitas.

• En lugar de enumerar objetivos laborales, personales y espirituales, por separado, piensa en cómo estos van de la mano.
• En lugar de un objetivo de «ganar salario XYZ», piensa de manera integral, donde no se te escape el apoyo a las necesidades de tu familia. Esto incluye ingresos, sin duda, pero también incluye estar presente para eventos importantes y ser el líder espiritual que tu familia necesita.
• Planifica la semana para que tengas seis días de trabajo y un día de descanso. Así evitarás problemas de salud física y mental, y podrás llegar al punto en que el trabajo sea parte de tu vida, no la totalidad de tu existencia.