«Echar la cascarita»
En el pueblo caluroso donde crecí, el fútbol estaba en todas partes. Era tan fácil «echar la cascarita», como le llamamos en México al partido improvisado de «calcio» callejero o de patio. Dos botellas de plástico a cuatro pasos grandes de distancia, se convertían en una portería. Con pelota en mano, o mejor dicho, en pie, daba comienzo el tan esperado partido de la tarde con los conocidos vecinos del barrio.
¡La diversión era intensa! Sin embargo, en ocasiones era tanta la pasión de querer ganar, que surgían discusiones sobre si se había cometido falta o no, o si el balón había entrado a la meta o no. Rara vez llegábamos a un acuerdo, pues cada equipo tenía su propia versión de la jugada y estaba dispuesto a defender su perspectiva a capa y espada. Ese tipo de escenas suelen suceder entre niños que juegan solo por diversión en partidos informales y no profesionales.
Una de las grandes diferencias entre las «cascaritas» que recuerdo y los partidos que espero ver durante la Copa Mundial de Rusia 2018, es que en el mundial habrá quienes tomen las decisiones finales relacionadas con faltas y goles… y no serán los jugadores, sino los árbitros.
«¡Es mi pelota!»
Como parejas que están dispuestas a esforzarse por cumplir los votos intercambiados el día de bodas, es primordial que estemos dispuestos a ver nuestras diferencias desde perspectivas distintas a las propias. Cuando cada quien tiene opiniones distintas, podemos tender a aferrarnos a ellas como lo hacíamos mis vecinos y yo al discutir si era penal o no. En casos extremos, algunos podemos incluso llegar a decir «estamos jugando con mi pelota y, como no estoy de acuerdo con ustedes, tomaré mi pelota y me iré»... que traducido es «esta es mi vida, así que si no te amoldas a mi opinión, tomaré mi vida y me iré a vivir a otro lado sin ti».
Como parejas maduras, actuemos como equipos de fútbol profesional y decidamos tener árbitros que nos den una opinión objetiva. Proverbios 11:14 y 15:22 nos muestran que para tener éxito necesitamos tener consejeros. Los reyes de la Biblia tenían a los profetas para darles una dirección clara basada en la voluntad de Dios. De igual manera, necesitamos tener en nuestras vidas a personas que nos ayuden a encontrar la voluntad de Dios en medio de los conflictos.
Una pareja de árbitros
En el artículo previo que escribí, Qué hacer con las diferencias en el matrimonio, compartí que necesitamos alinear nuestra percepción, corazón y actitud con la Biblia. En el artículo de hoy ofrezco una alternativa muy útil en la solución de problemas: encontrar al menos a una pareja que pueda funcionar como mediadora cuando haya que elevar la solución de problemas a una instancia superior.
Para identificar a las parejas que podrían funcionar como mentores y mediadores, es importante tener en cuenta los siguientes requisitos básicos:
- Que amen a Dios
- Que amen a su prójimo
- Que conozcan bien y vivan la Palabra de Dios
1 Timoteo 3:1-13 nos da pistas para identificar a dichas personas.
En nuestro matrimonio hemos descubierto que una de las mayores bendiciones que tenemos son las personas a nuestro alrededor que nos acercan más a Dios. Tenemos el privilegio de contar con la amistad y consejos de varias parejas que son un reflejo palpable de 1 Timoteo 3:1-13. No tienen que ser necesariamente obispos o diáconos, pero es importante que sean personas que hayan caminado el camino por el que tú y tu pareja estén pasando. Los cristianos somos llamados a vivir unidos como un solo cuerpo (1 Corintios 12:12-27). Contar con otras parejas cristianas es una manera práctica de vivir en comunidad y es parte del plan de Dios para el matrimonio.
Ahora diré como Santiago, «Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica.» (Santiago 1:22a)
¿En quiénes piensas al leer? (1 Timoteo 3:1-13) ¿Cuál es el siguiente paso que tú y tu pareja tomarán para poner en práctica? (1 Corintios 12:12-27)
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