Cuando llegó el fin de año pasado, también, de la misma manera, llegaron la nostalgia y el gozo. Recordamos todo lo hermoso que Dios nos regaló durante el año y, a la misma vez, resentimos lo que pudimos haber hecho y no hicimos. Hemos volteado la esquina a un nuevo año y todavía tenemos nuestras maletas llenas de sueños e ilusiones que queremos ver hechos realidad durante los próximos 365 días. La lista de nuevos propósitos para este año comienza a escribirse y, como hombres y mujeres que amamos a Dios, sabemos que lo primero y más importante es crecer y mejorar como personas, acercarnos más a Dios y prosperar en todas las áreas de nuestras vidas. ¡Que alegría es saber que estos son los mismos deseos de Dios para nosotros! Por eso él nos dio el mejor regalo a través de su palabra.
La Palabra de Dios no solo es el alimento diario que nos ayuda a crecer como sus hijos, a ser mejores en lo que hacemos, a mejorar nuestras relaciones, sino que también nos ayuda a prosperar en nuestras finanzas, en nuestros empleos, en los negocios. La Palabra de Dios nos da herramientas y principios de vida que nos ayudan a tomar mejores decisiones para lograr el éxito en cada proyecto que emprendamos.
Por esto, en este nuevo año, el mejor y más importante propósito debe ser el hacer de la Palabra de Dios una parte fundamental de nuestra vida, de nuestro caminar diario. Esta resolución de nuevo año nos llevará a alcanzar todas las demás en el tiempo perfecto y de la mejor manera, pues será a la manera en que Dios lo ha dispuesto para nosotros sus hijos.
La Palabra de Dios es también el mejor regalo para nuestros hijos y familia. Su favor y gracia los acompañan si la hacen parte de sus vidas, y veremos cumplir los sueños de Dios en ellos, así como en nosotros.
Así que, como hermanos en la fe, te propongo que nos unamos para declarar que en el año 2018 seremos grandemente bendecidos y prosperados pues la Palabra de Dios estará de continuo en nuestra boca, mente, corazón y vida, en el nombre poderoso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Amén!
¡Te deseo un nuevo año lleno del amor de Dios y de las riquezas de su Palabra!
«Dios bendice a quienes aman su palabra y alegres la estudian día y noche. Son como árboles sembrados junto a los arroyos: llegado el momento, dan mucho fruto y no se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hacen les sale bien!» (Salmos 1:2-3).
«Sólo te pido que seas muy fuerte y valiente. Así podrás obedecer siempre todas las leyes que te dio mi servidor Moisés. No desobedezcas ni una sola de ellas, y te irá bien por dondequiera que vayas. Nunca dejes de leer el libro de la Ley; estúdialo de día y de noche, y ponlo en práctica, para que tengas éxito en todo lo que hagas» (Josué 1:7-8).
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