Recuerdo que una amiga muy querida en la infancia me comentó en una ocasión que a ella le era muy difícil perdonar a los que le habían hecho algún daño; también me dijo que había tenido una amiga muy entrañable y que luego de una tonta discusión se dejaron de hablar, su amistad se había enfriado desde entonces y esto la entristecía mucho. Le aconsejé la buscara y hablase con ella para que la amistad se reanudara, pero me confesó que era incapaz de hacerlo. Ya había pasado mucho tiempo.
Creo que para el perdón no hay tiempo límite. Es algo que nos puede suceder a todos. Debemos perdonar y en muchas ocasiones creemos que somos capaces de hacerlo, pero realmente ¿perdonamos de verdad a aquellos que nos han ofendido, herido, maltratado, vejado y hasta humillados en la vida?
Cuando tengo alguna duda sobre algo, enseguida voy a la Biblia porque en ella encuentro respuestas a todo ya que Dios en su sabiduría divina nos dejó este libro cuyos consejos nos guían y ayudan a vivir de una mejor manera.
¿Qué es el perdón?
Perdonar es tener la capacidad de no guardar rencor o resentimiento alguno contra la persona que nos lastimó, es olvidar el daño hecho sin pedir o exigir compensación alguna por lo que nos hicieron. El perdón se basa en el amor sincero, porque:
«El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor» (1 Corintios 13:4–5).
Sé que es difícil perdonar, mucho más a quienes nos han herido profundamente, pero es necesario perdonar porque cuando lo hacemos nos estamos llenando de sanación, estamos limpiando nuestro interior y no habrá ningún sentimiento negativo que nos perjudique la salud; esto es muy importante.
¿Debemos perdonar siempre, sea cual sea el daño recibido?
Entonces Pedro, acercándose a él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí? ¿Hasta siete?»
Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete» (Mateo 18:21–22).
La Palabra de Dios dice que «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22:39) mas, ¿qué significa amar al prójimo como a nosotros mismos? ¿Es compartir con ellos la comida, la ropa, los zapatos, la casa, los bienes materiales además de las alegrías y las tristezas? ¿Es darles de comer si los vemos hambrientos u ofrecerles dinero en ocasiones porque no tengan?
Lo que quiere decir es que ames y te preocupes por los demás tanto como lo haces por ti mismo, que tengas la capacidad de ayudar a otros en la misma medida en que te ayudas a ti, sintiendo como propias las situaciones que otros padecen, porque eso es la misericordia.
De esta manera, sintiendo compasión, misericordia e intentando amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos, o sea, poniéndonos en los zapatos de las otras personas que nos rodean y que forman parte o no de nuestro entorno, tendremos la posibilidad de perdonar, porque perdonar requiere de un gran corazón lleno de mucho amor. El amor es la principal cualidad de Jesús el Hijo de Dios y es la principal cualidad de Dios mismo, porque Dios es amor.
1 Juan 4:16 dice que:
«Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.»
Pienso que debemos reflexionar sobre estas palabras y aprender que solo un corazón bondadoso pleno de amor y de humildad es capaz de hacernos perdonar a los que nos han ofendido tal y como lo pedimos en la oración modelo que Jesús nos enseña en Mateo 6:12:
«Y perdónanos nuestras deudas (ofensas, pecados), como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores (los que nos ofenden, nos hacen mal).»
¿Eres capaz de perdonar a quien te lastimó?
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