–¡Abuela, léeme esa historia del Niño Jesús! –me dice mi nieto más pequeño corriendo hacia mí cono toda su energía. Entre sus manos traía un libro, un precioso libro con láminas de muchos colores, pero lo más importante es la bella historia que contiene. Es la Biblia ilustrada para niños que le regalé por el día de su cumpleaños número cinco, hace apenas unos meses.
–Con mucho gusto, Mike –y me dispongo a leer ese maravilloso libro que tanto le gusta que le lean, mientras le doy gracias a Dios el tiempo de compartir con mis nietos y apoyarlos en su educación cristiana. Mike es pequeño y no ha aprendido aun a leer, pero se esfuerza por mirar las grandes letras y pregunta sin cesar cómo se combinan unas con otras para formar palabras que narran historias.
Entonces nos sentamos en la sala mientras esperamos la llegada de sus padres que están en el trabajo y yo comienzo la lectura de uno de los capítulos más hermosos del Evangelio y una de sus preferidas: El nacimiento del Niño Dios.
«Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre» (Lucas 2:16).
Mike es tan feliz que llama a su hermanita Nancy para que escuche también la linda historia mientras yo hago una breve pausa para esperar que mi nieta venga a nuestro lado.
«Oíd, hijos, la enseñanza de un padre» (Proverbios 4:1).
Todo tiempo con los nietos es maravilloso y debemos aprovecharlo para darles a conocer la Palabra de Dios. Es algo muy importante pues estamos formando y educando al niño desde su más tierna infancia por los caminos de la cristiandad, garantizando de este modo futuros hombres y mujeres conocedores del amor de nuestro Señor Jesucristo, seguidores de su Palabra, bendecidos por su inmenso amor.
«El orgullo de los padres son los hijos; la alegría de los abuelos son los nietos» (Proverbios 17:6).
Mis nietos no viven conmigo y toda ocasión de estar con ellos es una felicidad para mí. Paso algunas temporadas con ellos en las vacaciones o ellos vienen a mi casa a visitarme, también voy con frecuencia a verlos y los atiendo para apoyar a sus padres que trabajan todo el día. Es ahí cuando les hablo de Dios, de sus enseñanzas, del inmenso amor por la humanidad y del gran sacrificio de su Hijo Jesús para salvarnos, dándonos vida eterna en el reino de Dios.
Tengo muy presente los difíciles tiempos que vivimos en una sociedad violenta alejada de Dios. Como abuela cristiana reconozco la importancia de una educación cristiana en mis nietos, por eso también los llevo a la iglesia donde desarrollan actividades programadas acordes a sus edades, todas dirigidas en el conocimiento de la Palabra de Dios.
«Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6).
Los abuelos tenemos la experiencia y la sabiduría de los años vividos, además de la ternura y la paciencia que solemos tener con nuestros nietos pues sabemos el camino que les espera por el cual ya hemos transitado. La mejor herencia que les puedo dejar a mis nietos es un buen recuerdo, la alegría, la sabiduría transmitida a través de lecturas bíblicas y las lecciones aprendidas que les ayudarán mucho en sus vidas futuras.
«El hombre de bien deja herencia a sus nietos» (Proverbios 13:22).
¿Cómo aprovechas el tiempo que pasas con tus nietos o ahijados?
Leer más posts sobre: Relaciones Saludables, Familia
Gracias al apoyo fiel de nuestros socios financieros, American Bible Society ha ayudado a las personas a interactuar con el mensaje transformador de la Palabra de Dios por más de 200 años.
Ayúdanos a compartir la Palabra de Dios con los más necesitados
Haz Tu Donación AhoraSubscríbete
Quiero recibir consejos, materiales y recursos bíblicos.