Mi amiga y yo
Mi amiga Juliana me invita con mucha frecuencia a fiestas que le resultan muy divertidas. Tiene un carácter alegre y es simpática, pero se disgusta por no acompañarla. Dice que aparento ser mayor porque soy muy seria. A pesar de la diferencia de gustos y actividades, la aprecio mucho, es una buena persona; hemos crecido juntas y hemos ido a las mismas escuelas desde chicas.
Mientras a ella le gusta ir a la playa, a mí me encanta encerrarme con un libro en mi habitación. Mientras ella va a una fiesta yo me quedo en casa viendo la televisión. Si acaso la invitan a un paseo, yo prefiero estudiar la Biblia. Ella no comprende, dice que una joven no es así; ¿cómo le explico que hay otras jóvenes que encuentran cosas positivas y fructíferas en la lectura de la Biblia? ¿Cómo le explico que la Biblia es un libro que edifica? Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene poder para edificarlos y darles herencia entre todos los santificados (Hechos 20:32).
Rodeados por muchas influencias
Vivimos rodeados de fuertes influencias que pueden hacernos caer en tentaciones que debilitan nuestra fe, mas, ¿qué haremos para evitarlas? Dios ha creado un plan perfecto de felicidad, pero estamos rodeados de desafíos y retos cotidianos que debemos sortear tomando decisiones personales y estas nos harán crecer internamente y desarrollar habilidades para lograr el éxito. Dios nos ha equipado con los instrumentos necesarios para fortalecernos ante los embates del mundo; solo tenemos que recurrir a él mediante la oración constante.
Tenemos la capacidad de aplicar la fe y encontrar el propósito de nuestra vida. Dios nos ha creado tan perfectos que nos ha entregado la herramienta para fortalecernos y esta es la fe. La fe es un profundo sentido enraizado en principios eternos, es la certeza de que todas las promesas de Dios son cumplidas.
Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos. Nuestros antepasados fueron aprobados porque tuvieron fe.
Por fe sabemos que Dios formó los mundos mediante su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de cosas que no podían verse (Hebreos 11:1-3).
Lo más fuerte dentro de nosotros
No existe nada más poderoso en el cristiano que la fe en el amor de Dios; es tanto su amor que opaca todo entendimiento humano. Existe y está dentro de nosotros, como una fortaleza invencible enfrentando las tentaciones de este mundo convulso. La fe es fundamental para no caer en la tentación.
Poniendo la fe en práctica
El pecado es la tentación hecha realidad. Es muy importante orar en todo momento (1 Tesalonicenses 5:17) para mantenernos firmes en la fe y no ceder ante las atractivas tentaciones que el propio Satanás crea para debilitar nuestra fe. Orar en todo momento no significa que estaremos siempre físicamente de rodillas orando día y noche, sino que mantendremos en una actitud alerta y conectada con Dios conversando con él de la misma manera que hablamos con el amigo a nuestro lado.
Quiero sugerir cinco prácticas que puedas adoptar para aumentar tu fe y tener la fortaleza de ganar contra las influencias externas de tu vida.
1.) Buscar respuestas a las dudas que se te presentan. Habla con un mentor espiritual y/o busca respuestas en la lectura de la Biblia.
2.) Pedir a Dios que aumente tu fe. Dios no usará una varita mágica para cumplir esto, sino te dará oportunidades en la vida para crecer. Espera que haya unas pruebas en el camino.
3.) Practicar la caridad, creando un plan de servicio a los demás. No hay mejor manera de crecer en tu fe que servir a otros en amor. ¡Ese es el camino de Jesús!<
4.) Agradecer a Dios lo que tienes porque solo por él lo tienes. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho (Filipenses 4:6b).
5.) Realizar un profundo análisis de conciencia y así es que podrás fortalecer cada día la convicción de una fe inquebrantable en el Señor. Te sugiero que antes de acostarte que separes un tiempo con Dios y sigas lo siguiente:
- Colocarte en la presencia de Dios. Dar gracias por el gran amor de Dios por ti.
- Revisar tu día: recordar momentos específicos y tus sentimientos en ese momento.
- Reflexionar sobre lo que hiciste, dijiste o pensaste en esos casos. ¿Te acercabas más a Dios, o te alejabas?
- Mirar hacia el mañana: piensa en cómo puedes colaborar de manera más efectiva con el plan de Dios. Sé específico y concluye con el «Padre Nuestro».
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