Recientemente, un domingo en la tarde, quería ver algo en la televisión. Encontré una serie policial que tenía un tema interesante. Se ubicaba en una ciudad cerca de donde vivo. Dos de los personajes, entre muchos, parecían tener una fe fuerte a pesar de perder a su hijo en un accidente donde el chofer abandonó el lugar. Decidí verlo. Pasé seis horas viendo seis episodios de la serie. Me captó la atención, sin embargo, escuché un lenguaje que hacía mucho tiempo que no había entrado a mis oídos. Al día siguiente me senté para tener mi tiempo devocional, pero no pude concentrarme. Nada de lo que leí se quedó conmigo. Tenía pocas ganas de orar. Solo pude pensar en lo que vi el día anterior y mi mente estaba cargada con el lenguaje soez.
Tal vez te has encontrado en una situación semejante, o tal vez no te has dado cuenta de la relación entre lo que ves y escuchas y la habilidad de tener comunión con Jesús. Cuando los libros de la Biblia fueron escritos, no había nada de lo que tenemos a nuestra disposición en el siglo XXI. A toda hora del día podemos seleccionar programas, películas y lecturas para educarnos y entretenernos. Y si somos honestos, sabemos que no todos contribuyen a nuestro bienestar. Entonces, ¿qué dice la Biblia sobre todo esto? ¿sobre lo que es realmente útil para nuestra vida?
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos, los escritores de la Biblia nos guían en cuanto a nuestra conducta con la tecnología moderna:
«Será intachable mi conducta aun en mi propio palacio; no pondré jamás la mira en propósitos perversos» (Salmos 101:2b–3a).
«[El que]…cierra los ojos para no fijarse en el mal, ése vivirá seguro, tendrá su refugio en una fortaleza de rocas» (Isaías 33:15c–16a).
[Jesús dijo:] «Así pues, si tu ojo derecho te hace caer en pecado, sácatelo y échalo lejos de ti; es mejor que pierdas una sola parte de tu cuerpo, y no que todo su cuerpo sea arrojado al infierno» (Mateo 5:29).
[También Jesús dijo:] «Los ojos son la lámpara del cuerpo; así que, si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo tendrá luz; pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo estará en oscuridad. Y si la luz que hay en ti resulta ser oscuridad, ¡qué negra será la oscuridad misma!» (Mateo 6:22–23).
«Examinen siempre qué es lo que agrada al Señor. No compartan la conducta estéril de los que son de la oscuridad; más bien sáquenla a la luz» (Efesios 5:10–11).
En mi caso, requirió el arrepentimiento y la confesión. No podía aguantar la separación que sentía de mi Señor. ¡Gracias Señor por tus palabras de vida en la Biblia y por perdonarnos y restaurarnos en tu amor!
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