¿Por qué el libro del profeta Jeremías es especial?
El profeta Jeremías vivió en una época de grandes cambios para el pueblo de Dios, cuando el pequeño reino de Judá se vio atrapado en medio de la lucha entre antiguos y nuevos imperios por obtener el poder sobre la región.
Jeremías comenzó a servir como Profeta de Dios en el año de 627 a. C., siendo aún muy joven, posiblemente menor de 20 años y continuó hasta poco tiempo después de que los babilonios capturaran Jerusalén, la capital de Judá, en el año 586 a. C. Durante el tiempo de Jeremías como profeta, este advirtió a los reyes, sacerdotes y al pueblo de Judá, sobre su fatal destino.
Se conoce mucho acerca de los sentimientos del profeta por el pueblo de Dios. Jeremías sintió la ira de Dios y la tristeza de ver que el pueblo se alejaba del Señor y se empecinaba en seguir su propio camino. Jeremías también tuvo que padecer para demostrar el sufrimiento que sobrevendría a Judá. Durante la vida de Jeremías, Judá fue conquistada por los babilonios por el oriente y muchos de sus líderes y habitantes llevados al exilio. La derrota de Judá no era la última palabra de Dios, por lo que Jeremías envió un mensaje de consuelo y esperanza a los exiliados: este mensaje era que Dios prometía hacer un nuevo pacto con su pueblo en el futuro (Jeremías 30-31).
¿Por qué se escribió el libro del profeta Jeremías?
Jeremías conocía probablemente el mensaje de Oseas, el profeta que había predicado en Israel hacía más de cien años. Los mensajes se parecen. Jeremías y Oseas le piden al pueblo ser fieles al Señor, que los había traído de la esclavitud en Egipto y que mantuvo su promesa de darles la tierra. El mensaje de Jeremías era un fuerte recordatorio de que el pueblo de Dios debía vivir según la alianza (Pacto) que el Señor Dios había hecho con Moisés y sus antepasados en el monte Sinaí; ellos debían obedecer la ley de Dios por encima de cualquier otra cosa.
El pueblo pecó adorando otros dioses y los líderes confiaron en su propia fuerza militar y en el poder de países extranjeros y no en el Señor para proteger a su nación. Jeremías tuvo dos mensajes principales para Judá. En primer lugar, la advertencia de que Judá sería derrotada y Jerusalén, su ciudad santa, destruida. En segundo lugar, ya que Dios continuaba amando a su pueblo, establecería un nuevo acuerdo con él después de su castigo (Jeremías 31:31–34). El desastre vendría, pero el futuro estaba lleno de esperanza.
¿Cuál es la historia del libro del profeta Jeremías?
Jeremías profetizó durante el reinado de los últimos cinco reyes de Judá, «cuando Josías, hijo de Amón, estaba en el año trece de su reinado en Judá» (627 a. C.). Josías era considerado un buen rey, que había hecho una serie de reformas basadas en partes importantes del libro de Deuteronomio contenidas en un pergamino encontrado. Este rollo, descubierto en el templo de Jerusalén alrededor del año 621 a. C., incitó a Josías a deshacerse de los dioses extranjeros del templo de Jerusalén e invitar al pueblo a volver al Señor.
Josías también quería restablecer el imperio de Israel al esplendor de los días de David y Salomón. Esto significó tratar de liberarse del poderoso Imperio asirio, que había derrotado a las tribus del norte de Israel en el año 722 a. C., y escapar de la influencia de Egipto, poderoso vecino de Judá en el occidente.
Josías fue asesinado por los egipcios en la batalla en Megido en el año 609 a. C. Joacaz, su hijo, gobernó durante tres meses en el año 609 a. C., pero luego el gobernante egipcio puso a Joaquim (quien gobernó del 609 al 598 a. C.) en el trono de Judá.
El rey Joaquim restituyó el culto a los dioses extranjeros, que Josías había prohibido en Judá; quemó el mensaje de Jeremías escrito en un pergamino, que advertía que Dios iba a usar a Babilonia, la naciente potencia, para castigar el pecado de Judá.
Joaquim se negó también a escuchar a Jeremías cuando le pedía pagar soborno a Nabucodonosor, rey de Babilonia, para evitar que Judá fuera atacada por su poderoso ejército. Fue en este tiempo que Jeremías y su amigo Baruc pasaron a la clandestinidad y se escribieron las «confesiones» de Jeremías (véase 11:18–23; 12:1–6; 15:10–11, 15–21; 17:14–18; 18:19–23; 20:7–18).
En el año 598 a. C., Nabucodonosor invadió a Judá y descubrió que Joaquim había muerto, así que tomó a su hijo, Joaquín (que gobernó solamente tres meses durante el año 598 a. C.) en cautiverio junto con muchos líderes de Israel. Nabucodonosor entonces puso a Sedequías en el trono como un rey marioneta, y Judá se vio obligada a pagar altos impuestos como vasallo babilónico.
En los próximos diez años la situación en Judá empeoró, los líderes y los falsos profetas intentaron conspirar contra Babilonia y Jeremías. Debido a su mensaje de condenación y su opinión de que Judá debía pagar a Babilonia para evitar el ataque, Jeremías era considerado un traidor, fue golpeado, puesto en prisión y, luego, bajo arresto domiciliario. Al final cuando Sedequías hizo un acuerdo con Egipto y rompió su tratado con Babilonia, Nabucodonosor regresó y destruyó a Jerusalén en el año 586 a. C., mató a los hijos de Sedequías, encegueció al rey y lo llevó nuevamente, junto con muchos judíos, al exilio en Babilonia (Jeremías 39; 52; 2 Reyes 24:18-25:21).
Jeremías se quedó en Jerusalén y trató de ayudar los que se quedaron. En este tiempo, su mensaje de condenación y destrucción se tornó en esperanza y promesa de una nueva alianza entre el Señor y su pueblo. Jeremías y su fiel amigo Baruc fueron obligados a huir a Egipto, cuando algunos judíos rebeldes mataron a Guedalías, el gobernante que Nabucodonosor había elegido en Judá. Estos rebeldes todavía consideraban a Jeremías como un traidor. Esto es lo último que sabemos sobre este gran profeta, que sufrió tanto en nombre de su amada Judá.
¿Cuál es la estructura del libro del profeta Jeremías?
Los mensajes de Jeremías son: uno de condenación antes de la caída de Judá y otro de esperanza después de la caída.
En el tiempo de Jeremías se produjeron muchos acontecimientos importantes. Sus mensajes, sin embargo, no describen estos acontecimientos de manera cronológica, sino que son agrupados por temas, lo cual hace al libro confuso. No solamente estos pasajes están fuera de orden, sino que contienen diferentes tipos de escritura. Muchos de ellos están escritos en forma poética, conocidos como oráculos proféticos; otros como un sermón, similar a los discursos de Moisés en Deuteronomio; otros son pasajes narrativos que describen los acontecimientos en la vida de Jeremías, la destrucción de Judá y de Jerusalén por Nabucodonosor. Algunos fueron escritos por el amigo de Jeremías, Baruc, quien escribió las profecías de Jeremías en, al menos, dos rollos diferentes (Jeremías 36).
El libro de Jeremías se puede dividir de la siguiente manera:
- Introducción de Jeremías, el profeta del Señor (1:1–19)
- Palabras de advertencia y castigo (2:1-25:38)
- Primeros mensajes de Jeremías (2:1-6:30)
- Escenas de la vida de Jeremías (7:1-13:27)
- Momento de gran tristeza (14:1-17:27)
- Planes contra Jeremías y advertencias a Judá (18:1-25:38)
- Jeremías contra los falsos profetas (26:1-29:32)
- Regreso a casa y nuevo comienzo (30:1-33:26)
- Desastre de Judá y Jerusalén (34:1-44:30)
- Escenas del ministerio de Jeremías (34:1-38:28)
- La caída de Jerusalén y la huida a Egipto (39:1-44:30)
- El juicio del Señor contra las Naciones (45:1-51:64)
- Otro relato de la caída de Jerusalén (52:1-34)
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