¿Cómo marcas los hitos de tu vida?

Si vas a la casa de un amigo deportivo puedes ver una cantidad de trofeos y premios que marcan los hitos de éxito en su vida como atleta. En cambio, una abuela puede tener un brazalete encantador que da testimonio de sus hijos, sus nietos y aun bisnietos, los hitos de su vida maternal. Otra persona puede tener una pared de diplomas que hablan de una vida académica, son hitos de un profesor o erudito dentro de un campo de estudios.

Si tuviera que describir los hitos en mi vida podría hacerse fácilmente con las Biblias que tengo en mi estante. Recibí mi primera Biblia a los siete años. La cubierta tenía una imagen de Jesús con los niños. Unos años después me regalaron la misma Biblia, pero esta vez con una cremallera. Para mí era lo máximo porque podía guardar papeles adentro sin perderlos. La graduación de la escuela secundaria, la primera Navidad después de casarme, y mi ordenación al ministerio me trajeron otras Biblias especiales. Recuerdo mi primera Biblia en español, la Biblia cuando fui instalado como anciano en una congregación en Nueva York, y mi primera Biblia católica. Las Biblias me trazan una línea de mi andar con Jesús tras muchos años.

La «Palabra»

Una cosa es tener una Biblia, o como en mi caso, muchas; pero otra cosa es que se invierta tiempo en leer y digerir las palabras de vida que nos revela «la Palabra» que «se hizo hombre y vivió entre nosotros» (Juan 1:14). Conocer a Jesús, estar en una relación con él es conocer la vida, ahora y para siempre. Crea en nosotros un magna anima, una gran alma, en la cual el Espíritu de Jesús produce frutos: «amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio» (Gálatas 5:22–23).

Con todas las Biblias en mi estante, pensarías que a estas alturas sería un gran santo. No lo soy. La Biblia no es una vara mágica que te convierte en santo, o aun en persona más agradable. El agente de cambio es Jesús que nos da vida en abundancia. Nos quita el pusilla anima, un alma apretada, en la cual no hay espacio para nada más que el ego, y comienza a expandir nuestra alma, nuestro corazón y nuestra mente para poder concebir nuestra verdadera humanidad diseñada por Dios.

Sabiduría de A. W. Tozer

El pastor y autor A. W. Tozer vivió de 1897–1963. El epitafio en su lápida sepulcral lee, «A. W. Tozer —Un hombre de Dios. Encontré algo que el pastor Tozer escribió una vez sobre nuestro tema:

La Biblia no es un fin en sí misma, sino un medio para llevar a los hombres a un conocimiento íntimo y satisfactorio de Dios, para que puedan entrar en él, para que puedan deleitarse en su presencia, puedan saborear y conocer la dulzura interior del mismo Dios en el núcleo y el centro de sus corazones.

La Biblia en el estante no te alimenta ni te nutrirá más de lo que hará la comida en una despensa. Debe ser desmontada, abierta, preparada e ingerida con oración. Solo así puede traerte vida.