La sociedad actual se caracteriza por presentarnos un catálogo de males constantes que están corrompiendo y destruyendo a nuestros niños, a los jóvenes y a la familia en general.

Los medios de comunicación nos inundan de noticias aterradoras y cada día la lista parece aumentar. Lastimosamente apagar el televisor o la radio no contrarresta lo que está sucediendo afuera, por lo que necesitamos algo más grande y poderoso que proteja a nuestra familia y que sea capaz de curar todos estos males en nuestra sociedad.

Nuestro Señor nos prometió que todo lo que atemos en la tierra, será atado en el cielo y todo lo que desatemos en la tierra, será desatado en el cielo (Mateo 16:19). En la Biblia encontramos muchas promesas muy poderosas que debemos hacer nuestras, enseñarlas a nuestros hijos, declararlas en nuestra casa, en el trabajo, a nuestros familiares y amigosl; en la mañana, tarde y noche.

La Palabra es poder de Dios para salvación (Rom.1:16), para la nuestra y de todos aquellos que la escuchen. La Palabra de Dios no regresa vacía (Isa.55:11), sino que cumple el objetivo para lo que fue enviada. Ese objetivo es la sanidad de nuestra tierra, de nuestra sociedad. Si declaramos la palabra en todo tiempo y en todo lugar, ésta sanará dolencias, resentimientos, odios. También traerá esperanza, paz, libertad, alegría, perdón y tantas cosas más que con el tiempo ayudarán a menguar los males que nos aquejan hoy.

Nuestra familia debe estar fortalecida en la Palabra para ser capaz de resistir estos males que a diario tocan a la puerta. Tanto jóvenes como adultos encontrarán en ella, refugio , alivio y cura para toda adicción, depresión, falta de perdón, angustia,

ansiedad e incredulidad.

Te invito a hacer tuyas estas promesas de la Palabra y a declararlas continuamente, orando por tu familia, por tu ciudad, por tu país, por tus autoridades. Solo así, unidos en el poder del acuerdo con hermanos en todo el mundo, seremos testigos del poder sanador y transformador de la bendita Palabra de Dios

Comparte tus testimonios con nosotros.

2 Crónicas 7:14

Pero si mi pueblo se humilla, y ora y me busca, y si al mismo tiempo abandona su mala conducta, yo escucharé en el cielo su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo.

1 Pedro 5:7

Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.

Filipenses 4:7

Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.