Tengo una amiga que cuando empezó a visitar la iglesia me preguntó si en algún momento vería a Dios. Le respondí: «No podremos verle en este plano terrenal porque no estamos preparados para ello». ¿Por qué es así? La condición del ser humano es tan imperfecta después del pecado y Dios es un ser tan absolutamente puro, un ser espiritual de plena luz inmaculada, que no podremos verlo, aunque lo deseemos.

Sin embargo, Dios tiene maneras de manifestarse cuando creemos en él. Nuestra fe se consolida cada día por medio de la lectura y comprensión de su Palabra. Si tenemos la convicción de que al orar conversamos con él como un amigo cercano tendremos la certeza de que lo veremos como se ven las cosas esenciales de la vida, con el corazón.

«Me buscarán y me encontrarán, porque me buscarán de todo corazón» Jeremías 29:13.

¿Qué debo hacer para ver a Dios con los ojos del corazón?

En la medida en que leamos la Biblia y profundicemos en su conocimiento comprenderemos mejor su esencia. Nuestra visión se amplía y tendremos un contacto cada vez mayor con Dios. Cuando la Biblia hace referencia sobre la posibilidad de «verle» significa que el día que tengamos conocimiento espiritual estaremos preparados para «verle» con nuestro corazón y comprenderemos sus cualidades: Dios es amor, bondad, comprensión, seguridad, justicia, paciencia y mucho más. Hasta que no aprendamos a valorar sus cualidades no podremos «verle».

Al iniciar las personas el camino a Cristo hay que explicarles de forma clara y precisa estos conceptos para que comprendan en toda su magnitud la importancia de estudiar la Palabra de Dios; solo en la medida en que la escudriñemos nos será revelada su verdadera naturaleza y podremos verle a él tal y como es; en todo su poder y esplendor, porque se manifestará de forma que lo podamos sentir cercano.

¿Por qué no puedo ver a Dios?

Porque somos un cuerpo físico y Dios es espíritu. No hay otra explicación. Es una verdad absoluta. Nos movemos en mundos diferentes, nosotros habitamos un mundo físico y tenemos cuerpos físicos. Dios habita en todas partes porque es Espíritu, habita en el mundo espiritual y no se hace corpóreo para que lo puedas ver, mas se hace cercano y amoroso para que lo sientas. 

No te afanes por querer ver a Dios; nos está negada esa posibilidad mientras vivamos en este cuerpo. Sin embargo, el apóstol Juan nos revela una gran cosa por medio del Espíritu de Dios en su primera carta:

Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios. Queridos hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es. Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo es puro (3:1-3).

Una vez salvados del pecado por su amoroso sacrificio en la cruz, estaremos en condiciones de contemplarlo en toda su hermosa magnitud. Mientras tanto, ora, lee la Biblia, sigue su ejemplo de bondad y amor y te aseguro de que entrarás por la luminosa puerta del amor hacia él.