Jesús, el autor y consumador de la fe
De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar solitario. — Marcos 1:35
El año es joven, pero puede ser que la resolución de enfocarnos más en varios aspectos de nuestra vida espiritual haya perdido algo de su impulso. Es natural lidiar con las debilidades de la carne, todos nuestros apetitos desordenados, las mismas cosas que parecen obstaculizar nuestro compromiso para pasar el tiempo mejorando nuestra calidad de vida: dietas, ejercicios, disciplinas espirituales, entre otras cosas. Sé que es mucho más fácil para mí comer un rico postre que subirme a la rueda de andar y caminar 10 mil pasos.
Es por eso que tenemos que fijar nuestros ojos en un modelo, un ejemplo, alguien que ha pasado por este camino con éxito. En el libro de Hebreos, una carta escrita a un grupo de cristianos judíos del primer siglo, leemos estas palabras: «despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (12:1b–2a).
El modelo, el ejemplo, la persona que ha experimentado todo como nosotros es Jesús, y vimos en la historia de su vida en los Evangelios que el secreto de su victoria tenía todo que ver con su disciplina desde la madrugada: «cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar solitario».
El primer capítulo del Evangelio de Marcos comienza presentando a Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, como cumplimiento de la profecía de Isaías. De allí, Marcos nos informa de su bautismo, su tentación en el desierto y el inicio de sus actividades de proclamar el evangelio en Galilea. Jesús llama a los pescadores y su ministerio aumenta en intensidad con sanidades, expulsiones de demonios y predicaciones. Después de pasar todo un día con toda esta actividad, el día siguiente no encontró a Jesús en la cama tratando de descansar y recuperar sus fuerzas, ¡no! Jesús se escapa de la casa antes de que alguien pudiera levantarse y se fue para un lugar desierto para tener tiempo a solas con Dios en oración. Primera cosa.
Lo que llega a ser primera cosa en el día determinará cómo terminará el día. Cómo inicias el día impacta el todo. Entonces si mi primera ocupación es ver las noticias o chequear Facebook o averiguar los resultados deportivos, aunque no son malos, llevarán el día hacia algo que no permite el tiempo a solas –primera cosa– para conversar con Dios en oración. Es como saltarse el desayuno y a la vez esperar que iniciara de buena forma mi vida nutricional. No funciona así.
Primera cosa en los Salmos
El libro de Salmos es una compilación de expresiones, casi como un diario privado de varios salmistas, mayormente David, quienes conversan con Dios en tiempos buenos y malos, en tiempos de victoria y derrota, en tiempos de exhalación y desesperación. Un tema que sigue como hilo por los Salmos es la idea de comenzar el día con Dios.
De mañana escuchas mi voz;
muy temprano te expongo mi caso,
y quedo esperando tu respuesta. — Salmos 5:4
Por la mañana hazme saber de tu amor,
porque en ti he puesto mi confianza.
Hazme saber cuál debe ser mi conducta,
porque a ti dirijo mis anhelos. — Salmos 143:8
Dar a Dios los primeros minutos de tu día
No todos pueden levantarse muy de madrugada como Jesús. Quizá tu día comienza a las 7 u 8 o 9. ¡No importa! Lo importante es separar los primeros minutos de tu día al despertarte y dirigir tu mente y tu corazón hacia Dios. Agradécele por tener vida, por el día que está por venir y pedirle su bendición, su ayuda y su protección para ti y tus seres queridos. Poco a poco vas a querer tener más tiempo con él y esperarás con anticipación pasar este tiempo con Dios.
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