Recuero como si fuera ayer que recibí un mensaje por texto de mí buen amigo. Él viajaba a su casa en tren y comenzó a experimentar un ataque de ansiedad. ¿Qué produjo la ansiedad? Tenía dolores del pecho y dificultades para respirar. Como puede imaginar, la ansiedad aumentó mientras él enfocaba en los síntomas que experimentaba. En su desesperación me pidió que orara por él. Le aseguré que estaba orando. En unos minutos me enviaba otro texto diciéndome cuan asustado estaba, que el dolor era el más intenso que jamás había experimentado. Yo estaba muy lejos de él; la única cosa que pude hacer era orar. Finalmente, mi amigo llegó a la estación y de allí su esposa lo llevó a la sala de emergencia. Algunas horas después él me agradeció por las oraciones a su favor.
En medio de esa crisis, una cosa que no pude decir a mi amigo fue, «¡No seas ansioso! ¡Estarás bien!» Como yo también he experimentado ansiedad en varias ocasiones, sé que no es algo del cual se puede tratar de convencerlo solo por palabras. He descubierto que la clave para salir de la ansiedad es la oración. Puede ser mi propia oración, pero muy a menudo en esos tiempos, es pedir la intercesión—oración de otra persona por mí—como pude hacer para mi amigo en aquel día.
La ansiedad y los pensamientos ansiosos provienen de una variedad de fuentes: el dolor, la agitación física, la incertidumbre, la pérdida del empleo, la pérdida de un ser querido, la pérdida de la esperanza, entre otras cosas. En estos tiempos es sabio buscar la ayuda de un profesional: un pastor, un sacerdote, un consejero, un médico, y si ellos no están disponibles, tal vez puede ser un amigo de confianza. También sabemos que el Señor Jesús está con nosotros en cada momento. Pero la verdad es que muchas veces en un tiempo de ansiedad, es difícil inhalar profundamente, exhalar profundamente y poner nuestra confianza completamente en él.
Esta mañana leí un pasaje escrito por el apóstol Pablo mientras se encontraba en una prisión romana—no era un lugar agradable—esperando la decisión del sistema judicial en cuanto a su futuro. Parece que Pablo nos puede comentar algo en cuanto a las situaciones que puedan producir la ansiedad. Este pasaje se encuentra en Filipenses 4:4, 6-8.
4 Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense!
6 No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. 7 Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.
8 Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero…
Hay tres puntos importantes que tocan el tema de la ansiedad y nos dan claves para poder sobrellevar cuando la vida nos traen las situaciones que produzcan la ansiedad.
«Alégrense siempre en el Señor». (v. 4)
¡Es más fácil decirlo que hacerlo! El Señor Jesús ha experimentado todo lo que experimentamos. La pasión de Cristo: su oración en Getsemaní, su arresto y el castigo que recibió y la crucifixión, da testimonio de que él entiende lo que estamos pasando. Su presencia y su consolación pueden alegrar a nuestro corazón.
«No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración» (v. 6)
Tal vez no hay amigo presente o alguien con quien puedas comunicar, pidiendo su intercesión. Tal vez ni siquiera tienes las palabras propias para orar. Lo que me ayuda mucho es una oración que puedo decir en un momento difícil. Ignacio de Loyola fue un siervo de Cristo que vivió hace muchos años. Experimentó tiempos de ansiedad y he aquí su oración:
«Oh Cristo Jesús, cuando todo es oscuridad y sentimos nuestra debilidad e impotencia, danos el sentido de tu presencia, tu amor y tu fuerza. Ayúdanos a tener una confianza perfecta en tu amor protector y el fortalecimiento de tu poder, para que nada nos asuste o nos preocupe, porque, viviendo cerca de ti, veremos tu mano, tu propósito y tu voluntad a través de todas las cosas.»
«Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero» (v. 8)
La ansiedad es un taller por el cual nuestro enemigo, el diablo, quiere entrar para hacer sus artimañas. Como él es padre de las mentiras y solo habla mentiras, tenemos que enfocarnos nuevamente en lo que es verdad. Por eso es tan importante leer y absorber la Palabra de Dios. Un versículo memorizado—¿por qué no comenzar con la memorización de este pasaje en Filipenses?—nos confortará y nos sostendrá en medio de la crisis.
¿Cómo has salido de una crisis de ansiedad en tu vida? Compártelo abajo para el provecho de los demás.
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