Reflexiona:
«¡Le doy gracias a Dios con todo mi corazón, y estoy alegre porque él es mi Salvador!»
Piensa:
Hace tiempo en una película vi una escena donde una persona recibía muchos premios y se había esforzado poco. La persona no supo valorar a quien le había otorgado los beneficios, entonces la misma historia se encargó de hacerle perder lo ganado.
Es muy importante ser agradecido. Tal vez tú no te das cuenta, pero si estás leyendo este texto en tu teléfono, o en tu computadora ya tienes algo más que muchísimos jóvenes que no alcanzan a tener ni siquiera la posibilidad de ir a la escuela para aprender a leer y escribir.
La historia del Evangelio de hoy nos pone en una actitud como María, de ser agradecidos con Dios, del que tanto recibimos y que muchas veces nos mostramos desagradecidos. Cuánto recibes tú en conocimientos, en proporciones importantes, que obviamente te llevarán a ser responsables con el don recibido.
Hoy, al igual que María, hagamos un momento de agradecimiento por la vida, la salud, el entendimiento, la voluntad y sentirnos responsables que estos dones son para compartirlos.
Dialoga:
Señor Jesús, quiero hoy agradecerte todos los beneficios con que me has colmado. Te pido me disculpes si con el correr de la vida y los apuros en el trabajo y el estudio, me olvido de que todo viene de ti. Gracias Señor por los dones con que diariamente me llenas. Te pido que me des el don de ser agradecido contigo.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Te doy gracias Señor de corazón»
Recalculando:
Redireccionar tu vida hoy, es poner más atención al agradecimiento por todo lo recibido. Te invitamos que mires a tu alrededor para compartir algo de lo que tienes con alguien que lo necesita. Puede ser tu tiempo, una habilidad que sirva a otra persona, o también algo que tú quieras dar de tu vida para los demás. Siempre será un renovarse, con la palabra de Dios.
Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 1:39-56
A los pocos días, María fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo, el niño saltó de alegría dentro de ella.
Isabel, llena del Espíritu Santo, dijo en voz alta a María:
—¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres! Y también ha bendecido al hijo que tendrás. ¿Por qué has venido a visitarme, tú que eres la madre de mi Señor? Tan pronto como oí tu saludo, el bebé saltó de alegría dentro de mí. ¡Dios te ha bendecido porque confiaste en sus promesas!
María respondió:
«¡Le doy gracias a Dios
con todo mi corazón,
y estoy alegre
porque él es mi Salvador!
»Dios tiene especial cuidado de mí,
que soy su humilde esclava.
»Desde ahora todos me dirán:
“¡María, Dios te ha bendecido!”
»El Dios todopoderoso ha hecho
grandes cosas conmigo.
¡Su nombre es santo!
ȃl nunca deja de amar
a todos los que lo adoran.
»Dios actúa con poder
y hace huir a los orgullosos.
»Quita a los poderosos de sus tronos,
y da poder a los pobres.
»Da cosas buenas
a los hambrientos,
pero despide a los ricos
con las manos vacías.
»Ayuda a los israelitas,
sus servidores,
y nunca deja de ser
bondadoso con ellos.
»Así lo prometió
a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus descendientes,
para siempre.»
Y María se quedó tres meses con Isabel. Después, regresó a su casa.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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