Reflexiona:

«¿Quién será este hombre, del que tanto se oye hablar?»

Piensa:

Hay personas que no soportan ver el éxito de otros, ocurre en todos los ámbitos: en muchas familias los hermanos se envidian unos a otros, o las parejas se sienten menospreciadas cuando uno de ellos tiene éxito profesional; en el trabajo muchos jefes se dedican a eliminar a quienes pueden representar una amenaza porque están mejor capacitados. En fin, la envidia puede salir a relucir en cualquier momento. En psicología esto se llama síndrome de Procusto, y se refiere no solo a la envidia, sino a ese deseo irracional de apagar la luz de los demás.

El Evangelio de hoy nos presenta esta faceta del rey Herodes Antipas, ya había mandado a asesinar a Juan el Bautista, porque le resultaba incómodo que le recordara que su actuar no era el correcto, y de pronto empieza a escuchar noticias cada vez más sorprendentes sobre Jesús, y nuevamente siente que hay alguien ahí fuera que puede eclipsar su poder, su autoridad.

Y tristemente hoy en día seguimos padeciendo de este mal, existen muchos grupos que promueven cosas contrarias al evangelio y sienten que la figura de Jesús les estorba, les recuerda que están equivocados y los hace sentir incómodos.

Hoy la Iglesia parece despertar de un letargo en el que estuvo por un tiempo limitando su participación en algunos temas, y nos toca a nosotros con energía renovada participar, opinar y defender lo correcto. Ojalá que nos sintamos parte importante de este proceso de transformación de la Iglesia, no para cambiarla, sino para renovarla.

Dialoga:

Señor Jesús, ayúdame a saber conocerte y reconocerte, dame la gracia de poder encontrarte y saber anunciarte. Dame el coraje para saber defender los principios de tu evangelio, y en medio de un mundo que muchas veces no quiere escuchar ser una voz que siempre proclame la verdad.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a conocerte y anunciarte a otros»

Recalculando:

Para recalcular tu vida en dirección a la felicidad que te propone el Señor, piensa en el sentimiento de la envidia. Todas las personas, de alguna forma o de otra la hemos sentido, es algo de nuestra humanidad caída. Hoy te invitamos a que revises en tu interior este sentimiento. Tal vez alguna persona que creas que te hace sombra en tu vida. Pide a Dios para que esta persona viva bien en su vida, y que sus acciones no te perjudiquen. Pedir por estas personas que nos persiguen, es parte de nuestra vida cristiana. Te darás cuenta de que vas creciendo en las posturas cristianas y podrás ayudar a otras personas que tengan estos sentimientos.

Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 9:7-9

El rey Herodes Antipas se enteró de todo lo que estaba sucediendo, y se preocupó mucho porque algunas personas decían que Juan el Bautista había resucitado. Otros decían que había aparecido el profeta Elías, o que había resucitado alguno de los antiguos profetas. Pero Herodes dijo: «¿Quién será este hombre, del que tanto se oye hablar? No puede ser Juan el Bautista, porque yo mismo ordené que lo mataran.»

Por eso, Herodes tenía mucho interés en conocer a Jesús.

 Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.