Aporofobia El rechazo que existe a la gente necesitada 19 de November de 2018 Ricardo Grzona
Aporofobia
Aporofobia El rechazo que existe a la gente necesitada 19 de November de 2018 Ricardo Grzona
Blog de la Biblia

Reflexiona:

Los que iban delante reprendían al ciego para que se callara, pero él gritó con más fuerza: «¡Mesías, ten compasión de mí y ayúdame!»

Piensa:

Hace algunos meses durante el mundial de futbol soccer, surgió una crítica al equipo de un país, cuya selección se alzó como campeona, y tras un breve recuento de los orígenes de sus jugadores el 90% tenían por lo menos un progenitor inmigrante. Pero ¿acaso es la única selección de futbol con esas características? No, realmente vivimos en un mundo multicultural y es raro encontrar personas cuyo árbol genealógico no tenga mezclas de razas, sin embargo, durante ese mismo período este país se vio envuelta en la polémica de haber rechazado recibir a migrantes que pedían asilo político, y no solo por una cuestión política, sino que la misma población manifestaba un alto índice de rechazo a recibir migrantes de otros orígenes étnicos.

Esto me hizo pensar en el término «aporofobia», que hace poco tiempo se incluyó en el diccionario de la Lengua Española y que hace referencia al rechazo que existe a la gente necesitada, los llamados «pobres», y es que en realidad las razones que dan la mayoría de las personas para no recibir inmigrantes son cosas como: «es que son gente que no aporta», «solo vienen a robar», o sea, no se les rechaza por ser inmigrantes sino por su situación de pobreza. Porque a nadie le molesta un migrante adinerado que viene a invertir o a construir hoteles, nos encantan las tiendas «de marca» de origen extranjero, pero si toca a nuestra puerta un migrante pobre, lo rechazamos, nos molesta, nos da desconfianza. En estos momentos este tema es muy importante, ya que muchas personas huyen de situaciones desesperantes en sus países y van a otros lugares buscando seguridad.

En el Evangelio de hoy vemos algo similar, el hombre ciego se entera que Jesús pasaba cerca y sin conocerlo, pero seguramente a través de las noticias que le llegaban sobre sus milagros, reconoce en el al Mesías. Un hombre ciego que, obviamente, no había visto los milagros ni las maravillas que ocurrían, puede con su corazón ver al Dios detrás de la figura del hombre.

La gente que iba detrás de Jesús se molesta con sus gritos, le irrita que quiera llamar su atención, lo consideraban indigno, quieren apartarlo, pero él insiste.

Hoy en día siguen existiendo personas necesitadas que piden ayuda a gritos, pero sus voces nos molestan: migrantes maltratados, personas que sufren violencia, personas sin hogar, madres solteras, hombres sin trabajo; sentimos que nos estorban en el camino o que «llenan las noticias». Queremos que desaparezcan, que se callen, que nos dejen de importunar.

Por eso el Evangelio es una llamada de atención para todos nosotros, nos invita a preguntarnos si somos capaces de ayudar a las personas de nuestro entorno para poder encontrarse con Jesús o somos un impedimento y queremos callarlos. ¿Acaso pensamos que nuestras necesidades están por encima que las de otros que consideramos «menos importantes»? ¿Y si fueras tú ese migrante, ese pobre, esa persona solitaria y triste?

Dialoga:

Señor Jesús, toca mi corazón para derribar los muros que me impiden ver a las personas que necesitan ayuda, abre mis ojos para no perder ninguna oportunidad de ayudar a quien sufre. Que siempre esté listo para apoyar y ayudar a otros para encontrarse contigo.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, que pueda ver»

Recalculando:

Hoy te invito a que busques en el círculo donde te mueves regularmente personas que estén sufriendo. Seguro que, en tu viaje a la oficina, trabajo, estudio, has visto alguna persona que está literalmente en la calle. Ahora, no solo la veas, te invito a que te acerques, a que dialogues con esa persona. Puede ser tan sencillo como escuchar su historia. Y de esta manera, a alguna de esas personas, que se sientan escuchadas y comprendidas, tú puedes ayudarle a sentirse mejor. Si puedes solucionar algo en su vida, harás de verdad un milagro. No se trata de que seas tú mismo haciéndolo, sino permite al Señor Jesús que, a través tuyo, pueda llegar a esta persona. Tu sensación de saberte un puente entre Jesús y ellos te hará sentirte mejor.

Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 18:35-43

Jesús iba llegando a la ciudad de Jericó. Junto al camino estaba un ciego pidiendo limosna. Cuando el ciego oyó el ruido de la gente que pasaba, preguntó:

—¿Qué sucede?

La gente le explicó:

—Ahí viene Jesús, el del pueblo de Nazaret.

Entonces el ciego se puso a gritar: «¡Jesús, tú que eres el Mesías, ten compasión de mí y ayúdame!»

Los que iban delante reprendían al ciego para que se callara, pero él gritó con más fuerza: «¡Mesías, ten compasión de mí y ayúdame!»

Jesús se detuvo y ordenó que trajeran al ciego. Cuando el ciego estuvo cerca, Jesús le preguntó:

—¿Qué quieres que haga por ti?

El ciego le respondió:

—Señor, ¡quiero volver a ver!

Jesús le dijo:

—¡Muy bien, ya puedes ver! Te has sanado porque confiaste en mí.

En ese mismo instante, el ciego pudo ver, y siguió a Jesús, alabando a Dios. Toda la gente que vio esto, también alababa a Dios.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.

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Ricardo Grzona
Ricardo Grzona

Hermano Ricardo es argentino, y radica actualmente en Miami, Florida. Es experto en Lectio Divina y presidente ejecutivo de la Fundación Ramón Pané, que trabaja en la «Nueva Evangelización» por los diversos medios de tecnología. Junto con un pequeño grupo de jóvenes entre 25 y 32 años de edad, Ricardo prepara las aportaciones diarias para el Lectio Divina.

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