¿Alguna vez has leído un libro en el momento justo? De vez en cuando me encuentro con una pieza de ficción que me habla directamente. Los temas y personajes me dan perspicacia y sabiduría. La escritura desafía mis presunciones, lo que me obliga a tomar medidas. Responde a mis preguntas y plantea nuevas. Termino agradecida con el autor por acompañarme en esta etapa de mi viaje, ayudándome a entender mi vida a la luz de lo que leí.
Como amante de la literatura, constantemente me sorprende la forma en que la Biblia desempeña un papel similar en mi vida, mucho más allá que cualquier otro libro. Da forma a mi perspectiva y ofrece sabiduría y conocimiento a la luz de la historia de Dios. Me ayuda a actuar, a pensar y a ser como Cristo.
Las Escrituras son «más dulces que la miel del panal» y «útil para enseñar y reprender, para corregir y educar» (Salmos 19:11; 2 Timoteo 3:16–17). Me sostienen y me transforman. Joel B. Green, el autor del libro «Seized by Truth» («Asido por la verdad») nos hace recordar que «La Biblia no nos presenta textos para ser dominados ... sino con una Palabra con la intención de dar forma a nuestras vidas, de dominarnos».
¿Cómo podemos participar en este proceso de transformación? ¿Cómo podemos leer las Escrituras de una manera que se base en lo que tiene en común con otra literatura, pero que también celebre su carácter único? Aquí están cuatro consejos que me han ayudado a permitir que las Escrituras me transformen:
1. Preparar
Puedo recoger una novela en cualquier momento, en cualquier lugar y comenzar a leerla. Pero captaré más matices, detalles e implicaciones personales cuando esté tranquila, concentrada. Aprovecho más la historia cuando he creado un espacio para disfrutarla. Lo mismo ocurre con las Escrituras. Cuando haya preparado mi corazón y mi mente para recibir la Palabra de Dios, puedo acomodarme en mi lectura. No me distraigo con mi lista de tareas ni con mi entorno. A veces, me preparo para leer a través de la oración o escribir en el diario. A veces encuentro una habitación tranquila o un lugar para sentarme afuera. Intento recordar que lo que estoy leyendo es santo, que me estoy preparando para encontrarme con un Dios santo.
2. Empapar
Me encanta el lenguaje poético. Me frena, dando tiempo a las palabras y sus significados para que se hundan en mi ser. La poesía me da una forma diferente de enmarcar mis experiencias. Me da nuevas imágenes y comparaciones inesperadas. Las Escrituras, especialmente sus libros poéticos como Salmos, Proverbios, Eclesiastés o Cantar de los cantares, también me invitan a disminuir la velocidad y dejar que las palabras penetren, dándome una nueva perspectiva. A veces dedico tiempo a meditar sobre una palabra, frase o imagen. A veces leo un pasaje en voz alta, para escuchar cómo suena. A medida que me tomo el tiempo de empaparme en las Escrituras, dejo que se convierta en algo que está en mi interior, donde puede configurarme y cómo interpreto el mundo.
3. Encarnar
Una buena novela me permitirá identificarme con los personajes y la historia tan profundamente que influye en mis acciones. Puedo ser testigo de un personaje que toma riesgos y encuentra coraje para actuar más audazmente. Puedo entender los motivos de un villano, fomentando la empatía hacia las personas en mi propia vida que han actuado injustamente. La Biblia también está destinada a ir más allá de la página y pasar a nuestras vidas diarias. Mientras leo las enseñanzas de Jesús y veo cómo las llevó a cabo, puedo seguir su ejemplo. Mientras leo las epístolas, puedo implementar algunas de sus lecciones. Puedo elegir decir una palabra edificante en lugar de una crítica (Efesios 4:29). Puedo encontrar fuerza en el testimonio de personajes bíblicos durante una situación estresante. Dios acompañó a muchos fieles antes de mí; Dios también irá conmigo (Hebreos 11-12: 1).
4. Compartir
No hay nada como discutir un buen libro en una clase de literatura o en un grupo de lectura de libros. Recojo ideas de compañeros que no pude descubrir por mi cuenta. Considero las cosas desde diferentes ángulos, releyendo extractos como por primera vez. La Biblia también cobra vida de nuevas maneras a medida que la leemos juntos. Después de todo, ¡es un libro relacional! Es para ser leída, compartida y vivida en comunidad. Jesús promete: «Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:20). Para mí, esto es estudiar la Biblia en pequeños grupos en la iglesia. Es recitar las Escrituras durante la liturgia del domingo. O es tan simple como compartir un versículo significativo en un correo electrónico a un amigo.
A medida que leemos la Biblia intencionalmente, lentamente, activamente, juntos, somos transformados por sus palabras. Este es un proceso dinámico que nos mueve más allá de la página. Su mensaje cobra vida en y a través de nosotros. Más que cualquier otro libro, las Escrituras ofrecen la oportunidad de formarnos a la imagen de Cristo.
Originalmente publicado en inglés en el Bible Engager’s Blog de American Bible Society el 27 de septiembre de 2016.
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