Reflexiona:
«Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres.... Luego ven y conviértete en uno de mis seguidores».
Piensa:
Hace algunos años tuve la fortuna de conocer a una joven de brillante futuro académico, que además es hija única de un prominente empresario, y ella era su orgullo. Excelente desempeño en la escuela, gran negociante, todo pintaba para que fuera su sucesora al frente de todos sus negocios. Pero adicionalmente ella era una entusiasta participante en un grupo juvenil de su parroquia, donde tuve el gusto de conocerla.
En una ocasión la invitaron a un retiro vocacional y tal fue el impacto de este evento que decidió al concluir la carrera ingresar como novicia en un claustro; y esa decisión lejos de causar alegría en su familia fue toda una bomba, a tal grado llegó el disgusto de su padre que le dio una embolia y quedó con graves secuelas de salud. No podía entender como podía «dejar de lado una vida exitosa, para volverse monja». Ella muy valientemente se mantuvo firme de su decisión y, aunque lentamente, poco a poco se restauró la relación con la mayor parte de sus familiares.
Hoy me viene a la mente su testimonio, porque es a lo que nos invita el Evangelio, a desprendernos de todo, y muchas veces no se trata de dinero, sino a cualquier cosa que nos ata y nos impide seguir el camino de la generosidad: el egoísmo, el orgullo, la indiferencia, el miedo.
El mundo de hoy nos trata de convencer que las personas valen por lo que tienen, pero el Evangelio nos recuerda que lo importante es el amor que somos capaces de dar a otros, dejando de lado nuestra propia comodidad.
Quizá muchos de nosotros nos hemos sentido dispuestos como el joven rico, nos invade en algún momento la emoción y queremos seguir a Jesús; pero cuando nos damos cuenta de las cosas que tenemos que dejar atrás, nos damos media vuelta y nos vamos tristes.
Queremos invitarte a ser valiente, a no dejar que las comodidades del mundo te impidan dar una respuesta sincera para seguir a Jesús, y no necesariamente hablamos de la vida consagrada, sino en cualquier ámbito al que el Señor te llame: como profesionista, como misionero, como padre de familia, ahí donde Dios necesite de tus manos, no tengas miedo de dejar todo para convertirte en un fiel seguidor.
Dialoga:
Señor Jesús, tú sabes mis aciertos y mis errores, conoces mi disposición y también los miedos que me impiden darte una respuesta decidida para ir en pos de tu reino. Te pido que me des la gracia para ser valiente y saber despojarme de mis comodidades, dejar todo atrás y convertirme en un discípulo comprometido.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, que no tema dejar todo por ti»
Recalculando:
Para practicar el despojo y poder estar más cerca de las personas que me rodean, practica cosas sencillas: deja tu celular guardado y concéntrate en platicar con tu familia, tus amigos, tus compañeros de trabajo, para conocer sus necesidades y ayudarles a solventarlas.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 19:16-22
Un joven vino a ver a Jesús y le preguntó:
—Maestro, ¿qué cosa buena debo hacer para tener vida eterna?
Jesús le contestó:
—¿Por qué me preguntas qué cosa es buena? Sólo Dios es bueno. Si quieres vivir de verdad, obedece los mandamientos.
>El joven preguntó:
—¿Cuáles mandamientos?
Jesús le dijo:
—No mates; no seas infiel en tu matrimonio; no robes; no mientas para hacerle daño a otra persona; obedece y cuida a tu padre y a tu madre; ama a los demás tanto como te amas a ti mismo.
Entonces el joven dijo:
—Todos esos mandamientos los he obedecido. ¿Qué más puedo hacer?
Jesús le dijo:
—Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. Así, Dios te dará un gran premio en el cielo. Luego ven y conviértete en uno de mis seguidores.
Cuando el joven oyó eso, se fue muy triste, porque era muy rico.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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