Reflexiona:

«El sirviente que conoce las órdenes de su dueño y no las cumple, recibirá un castigo severo.»

Piensa:

Hace algún tiempo estaba estudiando un curso con modalidad combinada, tenía unas clases presenciales los fines de semana y unas materias que se llevaban de manera online, y aunque en teoría debíamos ir avanzando un módulo cada semana; al concluir cada periodo el último día para subir los trabajos finales, era casi seguro que la plataforma se «colgaba», y era porque todos estábamos intentando subir nuestros trabajos en el último minuto para la entrega.

A pesar de que no eran materias complicadas, casi nadie prestaba atención, porque no había un tutor que estuviera revisando si estábamos cumpliendo con las entregas semanales, nos confiábamos a que sin revisión solo teníamos que preocuparnos por entregar el documento final.

En la vida nos puede pasar igual, muchas veces, aunque sabemos lo que tenemos qué hacer, nos sentimos cómodos o perezosos para hacer el esfuerzo diario de cumplir con nuestras tareas, ya sea en el colegio, el trabajo, con la familia, en nuestras relaciones personales y con Dios. Nos confiamos de que «tenemos tiempo», tiempo para reconciliarme con ese amigo con el que no me hablo, tiempo para reparar la relación con mi familia, tiempo para restaurar mi relación con Dios, pero el día que menos lo esperamos despertamos y nos damos cuenta de que el tiempo se nos fue y no hemos hecho nada.

Hoy el Evangelio nos hace un llamado de atención a no confiarnos del tiempo, a vivir cada día con una actitud proactiva, trabajando para cumplir con nuestra misión, no sabemos cuánto tiempo nos queda para poder hacer esas cosas que tenemos pendientes, y esto no es para asustarnos, sino para motivarnos a vivir cada día con la convicción de que cada minuto valga la pena.

No esperemos a la última hora para querer cumplir con nuestros deberes como personas, como ciudadanos y como hijos de Dios, vamos a cambiar nuestra actitud pasiva por una renovada actitud proactiva y dediquemos cada día a dar un paso, o dos, en la dirección correcta hacia la felicidad.

Dialoga:

Señor Jesús, te doy gracias por el tiempo que me has regalado, y por las cosas que me has permitido experimentar. Ayúdame a tener una actitud más proactiva ante la vida, para estar siempre pendiente de trabajar como discípulo fiel, que no pase un día sin hacer el bien y acercándome más a mis hermanos.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, que cada día lo dedique a trabajar para ti»

Recalculando:

Revisa el día de hoy si lo que haces es por tu propia convicción, o porque alguien te vigila. Recuerda que debes hacer las cosas no para los demás sino para esforzarte personalmente. En el día del juicio final, te preguntarán sobre tu esfuerzo. Hoy rompe alguna rutina que tengas para servir en alguna necesidad de tu comunidad. Haz un trabajo humilde para darte cuenta la importancia de las pequeñas cosas y tu vida comenzará a darte seguridades anteriormente no exploradas por ti mismo.

Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 12:39-48

«Si el dueño de una casa supiera a qué hora se va a meter un ladrón, lo esperaría para no dejarlo entrar. Ustedes deben estar listos, porque yo, el Hijo del hombre, vendré a la hora que menos lo esperen.»

Pedro entonces le preguntó:

—Señor, ¿esa enseñanza es sólo para nosotros, o para todos los que están aquí?

El Señor Jesús le respondió:

—El sirviente responsable y atento es aquel a quien el dueño de la casa deja encargado de toda su familia, para que les sirva la comida a tiempo. ¡Qué feliz es el sirviente si su dueño lo encuentra cumpliendo sus órdenes! Les aseguro que el dueño hará que ese sirviente administre todas sus posesiones. Pero supongamos que el sirviente piensa: “Mi amo salió de viaje y tardará mucho en volver”, y entonces comienza a golpear a los otros sirvientes y sirvientas, y a comer y a beber hasta emborracharse. Cuando vuelva su amo, en el día y la hora en que menos lo espere, lo castigará como se castiga a los sirvientes que no obedecen.

»El sirviente que conoce las órdenes de su dueño y no las cumple, recibirá un castigo severo. Pero el sirviente que, sin saberlo, hace algo que merece castigo, recibirá un castigo menor. Dios es bueno con ustedes, y espera que ustedes lo sean con él. Y así como él se muestra muy generoso con ustedes, también espera que ustedes le sirvan con la misma generosidad.»

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.