Reflexiona:

«Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para una persona rica entrar en el reino de Dios».

Piensa:

Hace un tiempo me inscribí a un gimnasio y recuerdo que en una ocasión el entrenador nos pidió correr 500 metros cargando una pesa con las manos extendidas encima de la cabeza, nos dijo que escogiéramos un peso ligero. Todos fuimos a donde estaban las pesas y seleccionamos nuestros pesos, en lo particular elegí una de 10 kilos, que no parecía mucho, pero conforme daba cada paso mis brazos empezaron a cansarse, la respiración me faltaba y sentía como si la pesa estuviera siendo cada vez más pesada. Y lo mismo les pasó a todos, porque no escogimos un peso adecuado para la distancia que teníamos que recorrer.

¿A qué viene todo esto? Bueno, el Evangelio de hoy nos habla de lo difícil que es para una persona rica entrar en el reino de Dios, pero no necesariamente se trata de personas que tienen muchos bienes materiales, sino quienes tienen un gran apego a sus pertenencias. Existen personas con muchas comodidades, que son muy generosas y humildes, que no esperan tratos especiales y que utilizan esos bienes para ayudar a otros. Y por el contrario hay personas que aunque tienen muy poco económicamente, son muy celosos de sus cosas y viven una vida marcada por el egoísmo y la indiferencia ante la necesidad de otros.

Así que lo importante no es cuanto tenemos, sino la actitud con la que utilizamos esos bienes. «La puerta del cielo es muy angosta», nos dice Jesús en otro pasaje; así que, si en el camino de la vida no nos vamos deshaciendo de nuestras cosas materiales y los lastres espirituales, llegaremos demasiado equipaje y no podremos pasar.

Puede ser que ahora tengas algunas cosas guardadas y parezca que son insignificantes, pero con el paso del tiempo ese lastre se irá volviendo más y más pesado, a tal grado que puede impedirnos llegar a nuestra meta.

Hoy el Evangelio nos invita a no ir por la vida con los lastres espirituales de egoísmo, rencores, avaricia, soberbia; sino que nos llama a ser desprendidos y «dejar todo lo que tenemos», para luego seguirlo.

Y tú ¿cuáles son las cosas que llevas en tu mochila? ¿Qué cosas sería mejor que dejes atrás para poder caminar más ligero? ¿Cuál es tu actitud con los bienes que tienes? ¿Los pones al servicio de los demás o te preocupas por acumular para ti?

Dialoga:

Señor Jesús, tu generosidad me ha colmado de bienes espirituales y materiales, que pueden parecer poco o mucho, comparado con las personas que me rodean; quiero pedirte que me ayudes a buscar siempre ser generoso con lo que me has dado, ayudando a otros y evitando acumular cosas. Dame el valor para saber desprenderme del lastre emocional para que pueda entrar en tu reino.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a deshacerme del lastre en mi vida»

Recalculando:

Todos tenemos cosas que podemos compartir, tanto física como espiritualmente. Hoy te invitamos a realizar una obra de caridad cristiana, para practicar la generosidad. Y también a realizar un momento de reflexión para identificar sentimientos negativos que pueden ser un lastre en tu vida, aunque ahora parezcan pequeños; proponte aliviar tu carga dejando de lado esas cosas inútiles que a veces tenemos guardadas en el corazón.

Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 19:23-30

Jesús entonces les dijo a sus discípulos:

—Les aseguro que es muy difícil que una persona rica entre en el reino de Dios. En realidad, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para una persona rica entrar en el reino de Dios.

Los discípulos se sorprendieron mucho al oír lo que Jesús dijo, y comentaban entre ellos:

—Entonces, ¿quién podrá salvarse?

Jesús los miró y les dijo:

—Para la gente, lograr eso es imposible; pero para Dios todo es posible.

Pedro le contestó:

—Recuerda que nosotros hemos dejado todo lo que teníamos, y te hemos seguido. ¿Qué premio vamos a recibir?

Jesús les respondió:

—Les aseguro que todos ustedes reinarán conmigo cuando yo, el Hijo del hombre, me siente en el trono de mi reino poderoso. Entonces Dios cambiará todas las cosas y las hará nuevas. Cada uno de ustedes gobernará a una de las doce tribus de Israel. Y todos los que, por seguirme, hayan dejado a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos o a sus hermanas, a su padre o a su madre, su casa o un terreno, recibirán cien veces más de lo que dejaron, y tendrán además vida eterna. Pero muchas personas que ahora son importantes, serán las menos importantes, y muchos que ahora no son importantes, serán los más importantes.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.