Reflexiona:
«En ese mismo instante la fiebre se le fue, y la suegra de Simón comenzó a servirles.»
Piensa:
Muchas veces llegamos a casa después de un «arduo día» en el colegio o el trabajo y sentimos que ya no nos quedan energías para hacer nada más. Cada uno sentimos que tiene el día más ocupado de todos y que las fuerzas y el tiempo no nos alcanzan para hacer más.
En la vida espiritual pasa lo mismo. El mundo actual nos ha convencido que nuestra comodidad es la cosa más importante y que lo primero en nuestra lista de prioridades debemos ser nosotros mismos. Pero hoy Jesús nos recuerda todo lo contrario. No vinimos a este mundo para que nos sirvan, sino para servir. Nunca es suficiente o demasiada la ayuda que podemos dar a los demás.
Después de un día de predicar, Jesús va a casa de Pedro para descansar, pero se topa con una persona más que ayudar, y la ayuda; llegan más enfermos y los sana… se pasa toda la noche sanando enfermos y aun así se da un tiempo para orar; y después no se detiene, sino que dice: «vamos, sigamos, hay más lugares a dónde ir».
Y quizá podemos pensar: «pero es que él es Dios», cierto, pero su cuerpo era tan humano como el tuyo o el de cualquiera. También debía dormir, sentía hambre, cansancio. Y su humanidad no fue un impedimento para que dedicara su vida a hacer el bien.
Así que, ¿cuál es nuestro pretexto para no ayudar a otros? ¿Cuáles son las excusas para no dedicarle un momento a la oración? ¿De verdad estamos tan ocupados? ¿Tan cansados?
Dialoga:
Señor Jesús, perdona mi falta de ánimo ante la necesidad de mi prójimo. Ayúdame a mejorar mi vida espiritual y de oración con el Padre. No dejes que la apatía se apodere de mi corazón, antes bien, como a la suegra de Pedro, tómame de la mano y aleja de mi esta fiebre de pereza que me impide levantarme y servir.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Una vida de servicio, es una vida que sirve»
Recalculando:
¿Tienes actividades de servicio en tu comunidad que has dejado porque sentías que era demasiado trabajo? ¿Has dejado de ayudar física o espiritualmente a tu prójimo porque te sentías cansado(a)? ¿Qué cambio harás después de la reflexión de hoy? Recuerda plantearte al menos una acción concreta.
Texto del Evangelio de hoy: San Marcos 1:29-39
Luego Jesús salió de la sinagoga y se fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. Cuando entró en la casa, le dijeron que la suegra de Simón estaba enferma y con fiebre. Jesús fue a verla, la tomó de la mano y la levantó. En ese mismo instante la fiebre se le fue, y la suegra de Simón les sirvió de comer.
Al anochecer, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y todos los que tenían demonios. Todo el pueblo se reunió a la entrada de la casa de Simón. Allí Jesús sanó a mucha gente que tenía diferentes enfermedades, y también expulsó a muchos demonios. Pero no dejaba hablar a esos demonios, porque ellos lo conocían.
En la madrugada, Jesús se levantó y fue a un lugar solitario para orar. Más tarde, Simón y sus compañeros salieron a buscarlo. Cuando lo encontraron, le dijeron:
—Todos te andan buscando.
Pero Jesús les dijo:
—Vamos a otros pueblos cercanos. También allí debo anunciar estas buenas noticias, pues para eso vine al mundo.
Jesús recorrió toda la región de Galilea anunciando las buenas noticias en las sinagogas de cada pueblo, y expulsando a los demonios.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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