Reflexiona:
«…la verdadera riqueza consiste en obedecerme de todo corazón».
Piensa:
Hace poco veía un reportaje sobre personas que sufren de síndrome de acumulación compulsiva, parece increíble la forma en la que sienten que necesitan todos esos objetos, aunque en su mayoría son inservibles. Y aunque la gente a su alrededor trata de explicarles que su estilo de vida no es saludable e incluso peligroso, ellos no logran romper el apego a sus cosas.
Y bueno, aunque estas personas actúan así por un trastorno psicológico, la verdad es que todos podemos caer en la trampa del consumismo y la avaricia. El mundo nos bombardea todos los días con mensajes de cosas que debemos comprar, que debemos tener y que «necesitamos» en nuestra vida cotidiana. Los medios nos intentan convencer de que lo que tenemos no es suficiente y debemos esforzarnos por conseguir más, aun a costa de perder la oportunidad de disfrutar nuestra vida.
Hoy Jesús nos invita a vivir sin apegos materiales, porque al final de cuentas son cosas perecederas y pasajeras. Aunque es bueno querer vivir cómodamente, no debemos dejarnos invadir por el deseo desmedido de acumular bienes, sino por el contrario saber disfrutar de las cosas que tenemos, pocas o muchas, y principalmente, saberlas poner al servicio de otros.
De nada nos sirve preocuparnos por tener muchas propiedades si no somos capaces de aprovecharlas para ayudar a otros a vivir mejor. No debemos olvidar que la vida es pasajera, por lo tanto, no acumulemos cosas como si fuéramos a quedarnos aquí para siempre; esforcémonos lo suficiente para tener y darle una vida digna a nuestras familias, pero no olvidemos esforzarnos el doble o el triple, por «acumular» buenas obras en el cielo. Porque cuando esta vida pase, esa será nuestra verdadera riqueza.
Todo el bien que podamos hacer a otros no es un desperdicio de tiempo o recursos; sino un «depósito» en el banco del cielo, que es el que da los mejores beneficios. Claro que tampoco debemos caer en el falso altruismo, como reflexionábamos hace unos días, actuando solo por el interés en la recompensa, sino que debemos aprender a actuar siempre con el amor y caridad que Jesús nos enseñó, ayudando a todos, sin pedir nada a cambio.
Dialoga:
Señor Jesús, dame la gracia de saber trabajar para tener lo necesario para vivir y que la avaricia y el deseo por acumular no me hagan perder de vista que la generosidad es lo que hace útiles todo lo que me das. Que nunca tenga miedo de compartir lo que me regala y que siempre pueda servir desinteresadamente a mis hermanos, como tú me has enseñado.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a ser generoso»
Recalculando:
Hoy te invito a que revises tus cosas, Sí, esas cosas que tú tienes. Pueden ser pocas o muchas. Fíjate qué es lo que verdaderamente te sirve y usas en forma cotidiana. Estoy seguro de que guardas alguna cosa «por las dudas» y de eso lo puedes dar a quien verdaderamente lo necesite. Verás cuando uno hace un obsequio a otra persona, también uno se siente bien. Despréndete de lo que no necesites de verdad y tu vida cambiará para bien.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 6:19-23
«No traten de amontonar riquezas aquí en la tierra. Esas cosas se echan a perder o son destruidas por la polilla. Además, los ladrones pueden entrar y robarlas. Es mejor que amontonen riquezas en el cielo. Allí nada se echa a perder ni la polilla lo destruye. Tampoco los ladrones pueden entrar y robar. Recuerden que la verdadera riqueza consiste en obedecerme de todo corazón.
»Los ojos son el reflejo de tu carácter. Así que, tu bondad o tu maldad se refleja en tu mirada.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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