Reflexiona:
Jesús le dijo a María Magdalena: «¿por qué lloras? ¿A quién buscas?».
Piensa:
Cuando afrontamos momentos de mucho estrés o de depresión, es difícil ver el lado bueno de la vida. Muchas veces al llorar por las pocas cosas que no tenemos o que hemos perdido, nos negamos la oportunidad de disfrutar aquellas que tenemos en nuestras manos.
Los medios y la mentalidad consumista nos han sumergido en una eterna carrera por conseguir cosas, el consumismo nos presenta cada vez más artefactos «novedosos» que nunca nos habríamos imaginado, pero que después de verlos sentimos que nos hacen falta y que debemos esforzarnos por conseguir.
Pero cuando nos damos la oportunidad de serenarnos y dejar de lado los lamentos, nos damos cuenta que la solución a nuestros «problemas» es mucho más sencilla de lo que pensamos y que estuvo ahí frente a nosotros todo el tiempo.
Hoy el Evangelio nos hace un llamado a dejar las lamentaciones, no sufras por lo que parece que te hace falta, mejor abre los ojos y disfruta aquello que la vida te regala a manos llenas. Jesús hoy nos pregunta: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? ¿Qué es lo que crees que te hace falta?
Y así como a la Magdalena, hoy nos llama por nuestro nombre y ese llamado es también una invitación para quitar los ojos del pasado y disfrutar el presente, es una promesa de que el mañana nos depara todavía algo mejor.
¿Qué cosas te tienen triste hoy? ¿Esas cosas que crees necesitar, en verdad son necesarias para ser feliz? ¿Qué cosas tienes ahora y estás desperdiciando por ir detrás de sueños lejanos?
Dialoga:
Señor Jesús, gracias porque siempre te mantienes a mi lado y aun en los momentos más difíciles cuando yo no puedo verte, tú sales a mi encuentro para consolarme y ayudarme. Te pido que me ayudes a confiar más en tu amor y tu misericordia para no dejar que la depresión me impida reconocerte en cada momento de mi vida.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, que siempre sepa reconocerte»
Recalculando:
Hoy será más fácil recalcular la vida. Te invito a que busques a alguna persona que esté sufriendo alguna pérdida. Puede ser una pérdida material (se le rompió el automóvil o su computadora) o bien una pérdida humana. Vas a tomarte el tiempo necesario para acompañar a esta persona, animándola desde tu tiempo, y tal vez con tus talentos, para poder darte cuenta que tú tienes más que otros y finaliza tu día con una acción de gracias por todo lo que tienes.
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 20:11-18
María se quedó afuera de la tumba, llorando. Mientras lloraba, se inclinó para ver dentro de la tumba, y vio a dos ángeles vestidos de blanco. Estaban sentados, uno donde había estado la cabeza de Jesús y el otro donde habían estado sus pies. Los ángeles le preguntaron:
—Mujer, ¿por qué estás llorando?
Ella les respondió:
—Porque alguien se ha llevado el cuerpo de mi Señor, y no sé dónde lo habrá puesto.
Apenas dijo esto, volvió la cara y vio a Jesús allí, pero no sabía que era él. Jesús le dijo:
—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
María pensó que estaba hablando con el que cuidaba el jardín donde estaba la tumba. Por eso le dijo:
—Señor, si usted se ha llevado el cuerpo que estaba en esta tumba, dígame dónde lo puso y yo iré a buscarlo.
Jesús le dijo:
—María.
Ella se volvió y le dijo:
—¡Maestro!
Jesús le dijo:
—No me detengas, pues todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y dile a mis discípulos que voy a reunirme con él, pues también es Padre de ustedes. Él es mi Dios, y también es Dios de ustedes.
María Magdalena fue y les dijo a los discípulos que había visto al Señor, y les contó todo lo que él había dicho.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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