Reflexiona:

Jesús les dijo: «Mi Padre nunca deja de trabajar, ni yo tampoco».

Piensa:

En las grandes ciudades existen sistemas de video vigilancia que funcionan las 24 horas para mantener cubiertas zonas importantes. En esas habitaciones llenas de monitores hay personas que se mantienen atentas a lo que sucede y están listas para actuar cuando se necesita, pero también tienen el entrenamiento para saber cuándo es el momento oportuno para actuar.

Algo así es lo que Jesús nos revela hoy en el Evangelio, el cielo no es un lugar donde Dios y sus ángeles están recostados sobre las nubes tocando arpas, sino un lugar de movimiento eterno. Dios siempre está atento a lo que sucede y está listo para intervenir en nuestras vidas cuando es necesario y cuando nosotros le dejamos actuar. Esto tiene una doble implicación, por una parte, es un aliciente para nunca sentirnos solos ni desamparados, estemos seguros de que Dios siempre está pendiente de nosotros, sus ángeles nos cuidan en todo momento, nos acompañan y nos alientan para seguir adelante por el camino correcto. Pero también es un recordatorio de cómo deben ser nuestras vidas, como hijos de Dios y como seres creados a su imagen y semejanza también debemos vivir con esa misma energía. Nunca caer en la pereza de pensar que las cosas van a seguir su rumbo, sino estar puestos siempre a actuar conforme a la voluntad de Dios, siendo mensajeros de su palabra y de sus obras, convertirnos en anunciadores ante nuestros hermanos, tal como Jesús hizo con nosotros.

Pidamos a Dios la fe para sentirnos siempre acompañados por él y la voluntad de actuar siempre en favor de nuestros hermanos para revelar su presencia en el mundo, a través de nosotros.

Dialoga:

Señor Jesús, gracias por acompañarme en todo momento, por estar pendiente de mí y de todos mis hermanos. Te pido que me ayudes a nunca dudar de tu presencia y más aún a nunca alejarme del camino de tu voluntad. Ayúdame a ser un instrumento por el cual tú puedas mostrarle tu amor a la gente que me rodea, conviérteme en un reflejo de ti.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, gracias por cuidar de mí»

Recalculando:

Te invito a que seas parte del plan de Dios ayudando a alguna persona que en verdad necesite de una asistencia especial. Puedes ser un «ángel» de acción de Dios en la vida de otra persona. Tu servicio es mirar alrededor, puede ser más cercano de lo que crees, un amigo, un compañero de trabajo, de la universidad. El único que lo sabe eres tú, y ahora eres alguien que en nombre del Señor haces un servicio para la otra persona.

Texto del Evangelio de hoy: San Juan 5:17-30

Pero Jesús les dijo: «Mi Padre nunca deja de trabajar, ni yo tampoco.»
Los jefes judíos se molestaron tanto que tuvieron aun más ganas de matar a Jesús. No lo querían porque, además de sanar a los enfermos en día sábado, decía que Dios era su Padre, y que por eso era igual a Dios.
Jesús les dijo:
«Les aseguro que yo, el Hijo de Dios, no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Sólo hago lo que veo que hace Dios, mi Padre. Él me ama y me muestra todo lo que hace. Y me mostrará cosas aun más grandes, que a ustedes los dejarán asombrados. Porque así como mi Padre hace que los muertos vuelvan a vivir, así también yo le doy vida a quien quiero. Y mi Padre no juzga a nadie. Es a mí, que soy su Hijo, a quien le ha dado ese poder, para que todos me honren como lo honran a él. Cuando alguien no me honra, tampoco honra a mi Padre, que me envió.
»Les aseguro que todo el que preste atención a lo que digo, y crea en Dios, que fue quien me envió, tendrá vida eterna. Aunque antes haya vivido alejado de Dios, ya no será condenado, pues habrá recibido la vida eterna. Una cosa es cierta: ahora es cuando los que viven alejados de Dios me oirán a mí, que soy su Hijo. Si me obedecen, tendrán la vida eterna. Porque Dios, mi Padre, tiene el poder para dar la vida, y a mí me ha dado ese poder. También me ha dado autoridad para juzgar, pues yo soy el Hijo del hombre.
»No se sorprendan de lo que les digo, porque va a llegar el momento en que los muertos oirán mi voz y saldrán de sus tumbas. Entonces, los que hicieron lo bueno volverán a vivir, y estarán con Dios para siempre; pero los que hicieron lo malo volverán a vivir para ser castigados.
»Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Mi Padre me envió, y él me dice cómo debo juzgar a las personas. Por eso yo juzgo correctamente, porque no hago lo que yo quiero, sino lo que mi Padre me ordena hacer.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.