Reflexiona:
Natanael exclamó: «Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios y el Rey de Israel!»
Piensa:
¿Quién es Jesús? Tómate un momento para pensarlo…
A lo largo de los Evangelios encontramos varios personajes que en ciertas circunstancias reconocen a Jesús: Simeón, Pedro, Tomás, Natanael, la samaritana… y hay una constante: todos ellos entienden su doble naturaleza, le reconocen como Dios, pero también como hombre y su papel en la historia.
Nosotros también debemos tener siempre presentes estos dos aspectos de Jesús, porque si nos enfocamos en uno de ellos perdemos de vista su grandeza. Si lo reconocemos solo como Dios, se vuelve ajeno, lejano en un mundo etéreo e inalcanzable; por el contrario, si solo lo vemos como hombre y profeta, su vida y obra pierden sentido; no sería más que un mártir.
Pero, qué tanta confianza tenemos en él para responder ¿Quién es Jesús para ti? ¿Seremos como el anciano Simeón capaces de reconocerlo en la pequeñez de un niño, en el humilde, en el desprotegido? ¿O seremos como Tomás que solo una vez que le mostró su gloria y le dio pruebas de su divinidad exclamó: «Señor mío y Dios mío»?
Dialoga:
Gracias Señor, porque me has considerado digno de invitarme a seguirte. A pesar de mis dudas y mi debilidad estás presente en mi vida y me das muestras de tu amor. Ayúdame a fortalecer mi fe para poder reconocerte como mi Dios y mi Señor, pero también como mi hermano. Que mi fe no se mueva solo por la repetición de oraciones y dogmas, sino que sea una fe sincera y real que nazca de mi corazón y me lleve a una entrega total a tu voluntad.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a reconocerte en mi vida»
Recalculando:
Reconocer a Jesús en nuestras vidas nos lleva a el anuncio a otros. ¿Cuál es el título que le das a Jesús en tu vida? ¿Qué te motiva a realizar el texto de hoy? ¿Serás un intermediario para que otra persona conozca y se acerque a Dios, como lo hizo Felipe? Piensa en una persona que necesite ese encuentro con Jesús y ayúdale a realizarlo.
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 1:43-51
Al día siguiente, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Allí encontró a Felipe, que era de Betsaida, el pueblo donde vivían Andrés y Pedro. Jesús le dijo a Felipe: «Sígueme».
Luego Felipe fue a buscar a Natanael, y le dijo:
—Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Biblia, y del que también hablan los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José.
Natanael preguntó:
—¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?
—Ven y lo verás —contestó Felipe.
Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo:
—Aquí viene un verdadero israelita, un hombre realmente sincero.
Natanael le preguntó:
—¿Cómo es que me conoces?
Jesús le respondió:
—Me fijé en ti cuando estabas bajo la higuera, antes que Felipe te llamara.
Entonces Natanael respondió:
—Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios y el Rey de Israel!
Jesús le dijo:
—¿Crees esto sólo porque dije que te vi debajo de la higuera? Pues todavía verás cosas más sorprendentes que éstas.
Y luego les dijo a todos: «Les aseguro que ustedes verán el cielo abierto, y verán también a los ángeles de Dios subir y bajar sobre mí, que soy el Hijo del hombre.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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