Reflexiona:
«…uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Piensa:
A todos nos gustan las posiciones importantes, en la escuela, el trabajo, la sociedad. Admiramos el respeto y el estatus de ciertos cargos; pero pocas veces consideramos el esfuerzo y la responsabilidad que ello implica.
En el colegio muchas veces nos molesta «el cerebrito», porque no valoramos el esfuerzo que hace para mantener sus notas; en el trabajo nos gustan los cargos ejecutivos, por el sueldo o los beneficios, pero no siempre estamos dispuestos a trabajar duro por conseguirlos.
En la vida espiritual no es tan diferente, todos queremos una vida pacífica, sentirnos cerca de Dios, pero eso no es una casualidad, es el resultado del esfuerzo diario para vivir una vida de servicio y entrega a los hermanos, preocuparnos cada día por afrontar nuestros problemas con la convicción de que, con la ayuda de Dios, todo tiene solución.
Muchas veces el camino del discípulo va por senderos complicados y dolorosos, y es necesario tenerlo en cuenta para mantenernos firmes ante las dificultades. Y sobre todo es un camino que pasa muchas veces desapercibido, lejos de los reflectores, porque nuestra misión no es hacer un espectáculo para los demás, sino hacer las cosas por amor a Dios.
El diálogo de hoy entre Jesús y la madre de Santiago y Juan, no es para desilusionarlos sino para invitarlos a esforzarse por hacerse merecedores de estar en la presencia del Señor. Y es la misma invitación para cada uno de nosotros: ¿Estás dispuesto a vivir una vida de servicio? ¿A esforzarte para ser digno de estar en la presencia del Señor?
Dialoga:
Señor Jesús, tú me has invitado a seguirte en este camino del discipulado convirtiéndome en un mensaje de tu amor. Dame la gracia de mantenerme firme y saber vivir en el servicio y la entrega a mis hermanos, sin buscar el reconocimiento del mundo sino simplemente agradarte y trabajar por la gloria de tu nombre.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, hazme un verdadero discípulo»
Recalculando:
Ser discípulo del Señor implica al menos un pequeño cambio. Te propongo que en nombre del Señor hagas una acción que defina tu personalidad cristiana, por ejemplo, ayudar a un necesitado, puede ser por diversos motivos, pero la ayuda la realizarás no en tu nombre sino en nombre del Señor.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 20:20-28
La madre de Santiago y Juan, que eran dos de los discípulos, fue con ellos a hablar con Jesús. Cuando llegaron, ella se arrodilló delante de Jesús para pedirle un favor. Jesús le preguntó:
—¿Qué es lo que quieres?
Ella le dijo:
—Por favor, ordena que, cuando estés sentado en el trono de tu reino, mis hijos se sienten siempre junto a ti, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús respondió:
—Ustedes no saben lo que piden. ¿Están dispuestos a sufrir todo lo malo que va a pasarme?
Ellos le dijeron:
—Sí, lo estamos.
Jesús les dijo:
—Les aseguro que ustedes sufrirán mucho, igual que yo. Pero sólo mi Padre decide quiénes serán los más importantes en mi reino. Eso no lo decido yo.
Cuando los otros diez discípulos se dieron cuenta de todo esto, se enojaron con Santiago y Juan. Entonces Jesús los llamó a todos y les dijo:
«Ustedes saben que los que gobiernan a los pueblos se portan como sus amos, y que los grandes señores imponen su autoridad sobre esa gente. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, si alguno de ustedes quiere ser importante, tendrá que servir a los demás. Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo de todos. Yo, el Hijo del hombre, lo hago así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para dar mi vida por la salvación de muchos.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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