Reflexiona:
El ángel le dijo: «¡Dios te ha bendecido de manera especial! El Señor está contigo.»
Piensa:
«Un gran poder, conlleva una gran responsabilidad.» ¿Te suena la frase? Se hizo famosa en la película Spiderman, pero en realidad la dijo el presidente estadounidense Franklin Roosevelt. Y es muy apropiada para analizar el Evangelio de hoy. El ángel llama a María: «llena de gracia», es decir, «bendecida de manera especial». Después del saludo le presenta una gran misión que Dios le encomendaba.
Y hoy sería interesante preguntarnos: ¿cuáles son los dones que me han sido dados? ¿Qué gracias son las que tengo a mi disposición? Quizá soy buen orador o un buen escritor. Tal vez tengo el don de saber escuchar o el poder de convencimiento. Todos tenemos algo en lo que somos especialmente buenos, ese es nuestro don. Ahora bien, sabiendo cuáles son estos dones, es justo preguntarnos ¿cómo los utilizo? ¿Cómo los puedo poner al servicio de mi comunidad? ¿Cuál es esa misión que tengo?
Porque todos tenemos una misión, lo que tu hagas o dejes de hacer, es algo que nadie más podrá hacer. Es momento de tomar nuestra responsabilidad en el momento de la historia que nos toca vivir y utilizar esos talentos que tenemos para construir un mundo mejor.
Dialoga:
Señor Jesús, gracias por el don de la vida y por el gran regalo que me has dado en María, ya que tu madre es ejemplo de vida. Ayúdame a ser valiente como ella y saber decir siempre «aquí estoy», aun con mis debilidades y mis dudas, pero siempre listo para hacer tu voluntad.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Que todo sea, como Dios quiera»
Recalculando:
La reflexión de hoy nos invita a reconocer los dones que tenemos y ponerlos al servicio de nuestra comunidad. ¿Cuáles son esos dones? ¿Cómo podrías contribuir con ellos al mejoramiento de la vida de tu familia, tus amigos, tu comunidad? Hazte una propuesta concreta.
Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 1:26-38
Cuando Isabel ya tenía seis meses de embarazo, Dios mandó al ángel Gabriel a Nazaret, un pueblo de la región de Galilea. El ángel llevaba un mensaje para una joven llamada María. Ella estaba comprometida para casarse con José, quien era descendiente del rey David.
El ángel entró a donde estaba María, la saludó y le dijo:
—¡Dios te ha bendecido de manera especial! El Señor está contigo.
María se sorprendió mucho al oír un saludo tan extraño, y se preguntaba qué significaba eso.
Entonces el ángel le dijo:
—No tengas miedo, María, porque Dios te ha dado un gran privilegio. Vas a quedar embarazada; y tendrás un hijo, a quien le pondrás por nombre Jesús. Este niño llegará a ser muy importante, y lo llamarán “Hijo del Dios altísimo”. Dios lo hará rey, como hizo con su antepasado David; gobernará a la nación de Israel para siempre, y su reinado no terminará nunca.
María le preguntó al ángel:
—¿Cómo pasará esto, si aún no me he casado?
El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo se acercará a ti; el Dios altísimo te cubrirá con su poder. Por eso el niño vivirá completamente dedicado a Dios, y será llamado “Hijo de Dios.” Tu prima Isabel, aunque ya es muy vieja, también va a tener un hijo. La gente pensaba que ella nunca podría tener hijos, pero hace ya seis meses que está embarazada. Eso demuestra que para Dios todo es posible.
María respondió:
—Yo soy la esclava del Señor. Que suceda todo tal como me lo has dicho.
Y el ángel se fue.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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