Reflexiona:
Jesús dijo: «¡Espíritu malo, sal de este hombre!».
Piensa:
Has pensado lo que debe sentir una persona que está siendo esclavizada. Lamentablemente aún hoy esta situación de que seres humanos sean esclavos todavía existe en ciertos lugares, y obvio hay que combatirla. Pero hoy quisiéramos adentrarnos en la mente y el corazón de un esclavo. Es una persona que fue conquistada por otros malvados, y fue vendida para trabajos inhumanos. Debe ser lo más denigrante para un ser humano. ¿Qué sentirá esta pobre gente?
Seguro que en algunas ocasiones has conocido personas que son manipuladas por otras, de forma psicológica, afectiva, etc. Hoy puede repetirse también en nuestras vidas que nos sentimos esclavos y dominados, incluso por nuestras propias pasiones. Hay momentos en que perdemos el control de nosotros mismos y no sabemos quién maneja nuestra vida.
Es entonces el momento de tomar una decisión clara. Mejor que puedas tomar la decisión cuando estás en paz, porque tu relación con Jesús no debería ser solo cuando lo necesitas, sino más bien, una relación cotidiana, una amistad cercana y que en todos los momentos puedas contar con él a tu lado. Jesús vino a liberarnos de toda esclavitud, por lo que estar a su lado nos asegura la libertad plena. No tengas miedo, él ha vencido todo lo que nos esclaviza.
Dialoga:
Señor Jesús, me doy cuenta que si no permito que estés cerca de mí, puedo ser esclavo de vicios, de situaciones que me hacen daño. Revisando mi vida lo veo con claridad y quiero pedirte que me ayudes a estar cerca de ti en todo momento. Contigo los momentos buenos son más importantes, y los momentos difíciles se hacen llevaderos. Ayúdame a aprender la importancia que tiene para mi vida, que Tú estés siempre conmigo.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Líbrame Señor de lo que me esclaviza»
Recalculando:
Te invito a pensar en algún momento de tu vida cuando te sentiste mal, te sentiste solo o desamparado. Ahora imagina si ese momento hubiera estado marcado por la presencia de Jesús. Seguramente hubiera sido diferente. Hoy te invito a que busques entre tus amigos y personas más cercanas a alguien que pudiera estar pasando un momento de dificultad, y te acerques para orar con esta persona. Simplemente quieres estar cercano y en nombre de Jesús te dispones en oración e invitas a orar. Seguro será un momento importante, habrás ganado su confianza y te sentirás haciendo algo en nombre de Jesús.
Texto del Evangelio de hoy: San Marcos 5:1-20
Jesús y sus discípulos cruzaron el Lago de Galilea y llegaron a un lugar cerca del pueblo de Gerasa. Allí había un cementerio, donde vivía un hombre que tenía un espíritu malo. Nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. ¡Cuántas veces lo habían encadenado y le habían sujetado los pies con gruesos aros de hierro! Pero él rompía las cadenas y despedazaba los aros. ¡Nadie podía con su terrible fuerza! Día y noche andaba en el cementerio y por los cerros, dando gritos y lastimándose con piedras.
En el momento en que Jesús bajaba de la barca, el hombre salía del cementerio, y al ver a Jesús a lo lejos, corrió y se puso de rodillas delante de él.
Jesús ordenó al espíritu malo:
—¡Espíritu malo, sal de este hombre!
Entonces el espíritu malo le contestó a gritos:
—¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? ¡No me hagas sufrir! ¡Por Dios, te pido que no me hagas sufrir!
Jesús le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Él respondió:
—Me llamo Ejército, porque somos muchos los malos espíritus que estamos dentro de este hombre. Por favor, te ruego que no nos mandes a otra parte.
En una colina, cerca de donde estaban, había unos dos mil cerdos comiendo.Entonces los malos espíritus le rogaron a Jesús:
—¡Déjanos entrar en esos cerdos!
Jesús les dio permiso, y ellos salieron del hombre y entraron en los cerdos. Los animales echaron a correr cuesta abajo, hasta que cayeron en el lago y se ahogaron.
Los que cuidaban los cerdos corrieron al pueblo y contaron a todos lo sucedido. La gente fue a ver lo que había pasado. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron al hombre que antes estaba endemoniado, y lo encontraron sentado, vestido y portándose normalmente. Los que estaban allí temblaban de miedo.
Las personas que vieron cómo Jesús había sanado a aquel hombre empezaron a contárselo a todo el mundo. Pero la gente le pidió a Jesús que se fuera a otro lugar.
Cuando Jesús estaba subiendo a la barca, el hombre que ahora estaba sano le rogó que lo dejara ir con él. Pero Jesús le dijo:
—Vuelve a tu casa y cuéntales a tu familia y a tus amigos todo lo que Dios ha hecho por ti, y lo bueno que ha sido contigo.
El hombre se fue, y en todos los pueblos de la región de Decápolis contaba lo que Jesús había hecho por él. La gente escuchaba y se quedaba asombrada.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
Leer más posts sobre: Lectio Divina
Gracias al apoyo fiel de nuestros socios financieros, American Bible Society ha ayudado a las personas a interactuar con el mensaje transformador de la Palabra de Dios por más de 200 años.
Ayúdanos a compartir la Palabra de Dios con los más necesitados
Haz Tu Donación AhoraSubscríbete
Quiero recibir consejos, materiales y recursos bíblicos.