Reflexiona:
«Señor, no estarás acusándome a mí, ¿verdad?».
Piensa:
En diferentes partes de la Biblia se habla del diablo como «el padre de la mentira», y Jesús se presenta como «la Verdad», por lo tanto, quien no está en la verdad, no está con Cristo. Los hechos del Evangelio de hoy marcan el inicio del camino de la Cruz, y comienza con la mentira, la traición, la oscuridad en el corazón de Judas Iscariote.
Judas decide entregar a su maestro a pesar de todo lo que había visto y oído, y fija un precio: treinta monedas, los historiadores dicen que esto equivalía más o menos a 120 denarios. ¿Recuerdas que María derramó un frasco de perfume de 300 denarios? Así de grande es la diferencia entre el amor y la traición.
Y podríamos levantar el dedo y señalar la bajeza del acto de Judas, pero te has preguntado, ¿cuál es el precio por el que tú traicionas a Jesús? Quizá no sea dinero, puede ser la popularidad, cuando preferimos negarlo ante el mundo para ser aceptados; puede ser el éxito, cuando le abandonamos para preocuparnos sólo de nuestra carrera; hay muchas cosas que el mundo nos ofrece a cambio de traicionar al Maestro. Quizá muchos de nosotros ya lo hemos hecho, por eso el evangelio de hoy no sólo se trata de Judas, se trata de todos nosotros. Es un recordatorio de cuán débiles podemos ser ante las tentaciones y como muchas veces, aun estando tan cerca de Dios, podemos ser engañados para dejar que el mal entre en nuestros corazones.
En este día previo al triduo pascual sería buen momento de preguntarle al Señor: «¿Acaso seré yo quien te entregue?».
Dialoga:
Señor Jesús, ayúdame a mantenerme fiel a pesar de los engaños del mundo. No permitas que me deje sobornar para traicionarte y alejarme de ti; y si, en mi debilidad, caigo dame la sabiduría para saber reconocer mi error y recurrir a tu misericordia.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a ser fiel a ti»
Recalculando:
Está bien recordar nuestras traiciones, pero cristianamente debemos hacerlo sabiendo que si estamos arrepentidos hemos sido perdonados. Demos gracias hoy al Señor por habernos perdonado, pero, sobre todo, busquemos a alguien que, aunque hace mucho tiempo nos ofendió, no hemos logrado perdonar. Hoy es un día muy especial para sentirnos perdonados y para perdonar. Seamos sinceros.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 26:14-25
Ese mismo día, Judas Iscariote, que era uno de los doce discípulos de Jesús, fue a ver a los sacerdotes principales les dijo: «¿Cuánto me pagan si los ayudo a atrapar a Jesús?»
Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. Y desde ese momento, Judas buscó una buena oportunidad para entregarles a Jesús.
El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron:
—¿Dónde quieres que preparemos la cena de la Pascua?
Jesús les respondió:
—Vayan a la ciudad, busquen al amigo que ustedes ya conocen, y denle este mensaje: “El Maestro dice: yo sé que pronto moriré; por eso quiero celebrar la Pascua en tu casa, con mis discípulos.”
Los discípulos fueron y prepararon todo, tal y como Jesús les mandó. 20 Al anochecer, mientras Jesús y sus discípulos comían, él les dijo:
—Uno de ustedes me va a entregar a mis enemigos.
Los discípulos se pusieron muy tristes, y cada uno de ellos le dijo:
—Señor, no estarás acusándome a mí, ¿verdad?
Jesús respondió:
—El que ha mojado su pan en el mismo plato en que yo estoy comiendo, es el que va a traicionarme. La Biblia dice claramente que yo, el Hijo del hombre, tengo que morir. Sin embargo, al que me traiciona va a pasarle algo muy terrible. ¡Más le valdría no haber nacido!
Judas, el que después entregó a Jesús, también le preguntó:
—Maestro, ¿hablas de mí?
Jesús le contestó:
—Tú lo has dicho.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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