Reflexiona:

«…cualquiera que obedece los mandamientos de mi Padre que está en el cielo, es en verdad mi madre, mi hermano y mi hermana.»

Piensa:

Cuando pensamos en «familia» generalmente lo primero que viene a nuestra mente son nuestros padres, hermanos, primos, aquellos con quienes compartimos un lazo de sangre o político. La familia puede traernos sentimientos encontrados de alegría, nostalgia e incluso rencores.

Dejando un poco de lado el contexto histórico de las palabras de Jesús, sobre el significado de «madre y hermanos», podemos decir que el Evangelio de hoy nos invita a reflexionar un poco más allá de estos lazos sociales. Nos muestra a un Jesús que elige a su familia no por sus lazos genealógicos, sino por el estilo de vida. Los lazos espirituales son mucho más importantes, nos ayudan a encontrarnos y reconocernos como parte de una todo, una creación en donde todos estamos unidos porque somos hijos de un mismo Dios.

Cuando somos capaces de reconocer en cada una de las personas que nos rodean a un hermano, una madre, un padre; en ese momento nuestra actitud cambia, valoramos más el tiempo y el espacio de cada uno, respetamos su individualidad, pero también nos sentimos unidos para ayudarle, orientarle y corregirle, si es necesario.

En muchas ocasiones Jesús habló de amar al prójimo y hoy nos invita a dar un paso más, no solo amar al prójimo, sino a sentirnos parte de una misma familia. Hoy Jesús nos habla sobre su familia, pero de cierto modo también nos invita a preguntarnos ¿soy digno de sentirme parte esta familia? ¿Mi vida se orienta al cumplimiento de la voluntad de Dios?

Ser parte de esta familia no es un derecho o un accidente, es una cuestión de actitud. Debemos trabajar y llevar una vida acorde con los mandamientos de Dios. Así que piensa ¿qué es lo que en este momento podría estarte apartando de la familia de Jesús? ¿Qué cambios estás decidido a hacer para reintegrarte a la familia de Dios?

Dialoga:

Señor Jesús, gracias porque me has invitado a formar parte de tu familia y no me consideras un seguidor sino un hermano, quiero pedirte que me ayudes a mantenerme firme en la fe y a la voluntad del Padre, para que pueda mantenerme unido a esta gran familia divina que me has regalado. 

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, que sepa ser un verdadero hermano»

Recalculando:

Para sentirte hoy más cerca del Señor, te propongo que decidas por alguno de los mandamientos de la Ley de Dios que a lo mejor te haya costado más cumplir. Sentirse «familia del Señor» implica renuncias de ciertos apegos que nos hacen daño. Cuando lo logres al menos por un día, verás que ese momento vas sintiéndote más cerca del Señor.

Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 12:46-50

Mientras Jesús seguía hablando con la gente, su madre y sus hermanos llegaron a donde él estaba y lo esperaron afuera, pues querían hablar con él. Entonces alguien le dijo a Jesús:

—Tu madre y tus hermanos están afuera, y quieren hablar contigo.

Pero él le preguntó:

—¿Quiénes son en verdad mi madre y mis hermanos?

Jesús señaló entonces a todos sus discípulos y les dijo:

—Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que obedece los mandamientos de mi Padre que está en el cielo, es en verdad mi madre, mi hermano y mi hermana.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.