Reflexiona:
«¡Alégrense! ¡Pónganse contentos! Porque van a recibir un gran premio en el cielo».
Piensa:
Todos queremos ser felices, desde muy pequeños nos acostumbramos a pensar en la felicidad como un sentimiento, los dibujos animados, las películas, las canciones, tienden a confundir la felicidad con la alegría, el placer, la autosatisfacción o el éxito. La consecuencia es que llegamos a la adultez sin saber en realidad lo que es la felicidad, y vamos por la vida buscando la felicidad, pero sin una idea clara de qué es y cómo encontrarla.
El discurso de Jesús en el Evangelio de hoy deja muy claro que la felicidad no se encuentra en el deseo egoísta de satisfacción, sino en la esperanza, y no una esperanza pasiva que simplemente nos deja sentados aceptando todo lo que sucede, sino una esperanza activa que nos lleva a esforzarnos, a pesar de las dificultades, con la vista puesta en la recompensa al final del camino. La esperanza que nos lleva a entregarnos al servicio de los hermanos, a pesar de nuestras propias debilidades; a dar a otros, a pesar de nuestras propias carencias; a llevar el consuelo al mundo, a pesar de nuestro propio sufrimiento.
En resumen: las bienaventuranzas no son una invitación a la pasividad, sino un plan de vida para ser un faro de luz en medio de las tinieblas; si todos fuéramos capaces de tener un corazón manso, una actitud humilde y de servicio, si nos preocupáramos por tener un alma pura… el mundo cambiaría completamente.
Claro que no basta con quedarnos soñando en un mundo perfecto, sino levantarnos y poner de nuestra parte para cambiar nuestro entorno, para generar un efecto de ola por el cual inspiremos a otros para trabajar en conjunto por un mundo mejor.
Dialoga:
Señor Jesús, concédeme la gracia de saber entender el camino que tienes preparado para conducirme a la felicidad. Ayúdame a preparar mi corazón para ser dócil a tus inspiraciones, y fiel al servicio a mis hermanos. Que las bienaventuranzas sean la guía de mi vida para caminar hasta tu presencia.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a buscar la felicidad verdadera»
Recalculando:
Estamos seguros de que muchas personas en tu entorno se quejan con facilidad por su estilo de vida por sus cosas. Hoy te invito a que vayas con esa persona, y le hagas ver el otro lado de las cosas. Su salud, su familia, su entorno social, las personas que lo aman. En definitiva, aprender a ver el lado positivo de las cosas y dar gracias a Dios, aún por las más pequeñas.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 5:1-12
Cuando Jesús vio a tanta gente, subió a una montaña y se sentó. Los discípulos se le acercaron, y él comenzó a enseñarles:
«Dios bendice a los que confían
totalmente en él,
pues ellos forman parte de su reino.
Dios bendice a los que sufren,
pues él los consolará.
Dios bendice a los humildes,
pues ellos recibirán la tierra prometida.
Dios bendice a los que desean la justicia,
pues él les cumplirá su deseo.
Dios bendice a los que son compasivos,
pues él será compasivo con ellos.
Dios bendice a los que tienen
un corazón puro,
pues ellos verán a Dios.
Dios bendice a los que trabajan
para que haya paz en el mundo,
pues ellos serán llamados hijos de Dios.
Dios bendice a los que son maltratados
por practicar la justicia,
pues ellos forman parte de su reino.
»Dios los bendecirá a ustedes cuando, por causa mía, la gente los maltrate y diga mentiras contra ustedes. ¡Alégrense! ¡Pónganse contentos! Porque van a recibir un gran premio en el cielo. Así maltrataron también a los profetas que vivieron antes que ustedes.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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