Reflexiona:
Cuando Isabel oyó el saludo, el niño saltó de alegría dentro de ella.
Piensa:
El efecto camaleón, es una teoría de la psicología que dice que todos tenemos influencia en los demás y del mismo modo tendemos a imitar ciertas características de las personas con las que nos relacionamos. Ahora bien, esta influencia puede ser positiva o negativa, podemos contagiar alegría o furia; podemos transmitir paz o promover la histeria colectiva.
Hoy en el Evangelio vemos la influencia que tiene una persona que está llena del amor de Dios. María es capaz de trasmitir gozo y la alegría que ha recibido. Porque cuando tienes tu corazón tan lleno de amor, este se desborda hacia las personas que están a tu alrededor.
Hoy tenemos la oportunidad de dejar actuar a Dios en nuestras vidas. Es momento de creer, pero creer en serio; y permitir que Dios haga maravillas en nosotros. Solo cuando de verdad comprendemos el misterio de Dios y aceptamos su voluntad somos capaces de sentir tal alegría.
Dialoga:
Señor Jesús, quiero aprender de ti a ser un portador de la alegría y la esperanza. Ayúdame a tener una fe firme para poder ejercer una influencia positiva en todas las personas que están a mi alrededor. Que el ejemplo de tu madre María, nos enseñe lo grande y bondadoso que es Dios con quienes se entregan a su voluntad. Señor, intercede por mí para que mi corazón sea fiel hasta el final como el de María.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «La alegría verdadera está en amar y servir»
Recalculando:
Nuestro corazón, nuestra vida, es como un vaso que solo nosotros decidimos con qué llenar. ¿Qué es lo que se encuentra en este momento llenando tu vida? ¿Qué es lo que has ofrecido a los demás hasta hoy? ¿Qué vas a hacer a partir de hoy para que el contenido de tu vaso sea mejor para quienes te rodean?
Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 1:39-45
A los pocos días, María fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo, el niño saltó de alegría dentro de ella.
Isabel, llena del Espíritu Santo, dijo en voz alta a María:
—¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres! Y también ha bendecido al hijo que tendrás. ¿Por qué has venido a visitarme, tú que eres la madre de mi Señor? Tan pronto como oí tu saludo, el bebé saltó de alegría dentro de mí. ¡Dios te ha bendecido porque confiaste en sus promesas!
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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