Reflexiona:

«Cuando vio lo que había pasado, creyó.»

Piensa:

Cuando decidimos ver el mundo de manera diferente y no dejarnos influenciar por la pereza o la amargura, entonces descubrimos lo bella que es la vida y la belleza de vivir.

En el texto de hoy vemos dos grupos de personas que vieron lo mismo, pero interpretaron cosas diferentes. Primero llegan las mujeres y cuando no ven el cuerpo de Jesús piensan: «Se lo robaron»; más tarde llegan los discípulos y cuando no ven el cuerpo piensan: «Ha resucitado».

En la vida nos pasa lo mismo, todos los días nos enfrentamos a situaciones en las que podemos ver una desgracia o una bendición, si pierdes el empleo puedes pensar que eres un inútil o puedes verlo como una oportunidad para superarte y salir de tu zona de confort. Si te equivocaste en una prueba del colegio puedes pensar que eres un tonto o puedes tomarlo como una guía de las cosas en las que necesitas poner más atención.

Nunca permitas que la tristeza del mundo te invada, mejor conviértete en un promotor de la esperanza. ¿Cuál es tu actitud frente a las situaciones que te tocan vivir? ¿Qué actitud tomas ante los problemas que tiene la gente que está a tu alrededor? ¿Te animas a creer en un mundo mejor o vas a dejar que los demás te convenzan de que no hay esperanza?

Dialoga:

Señor Jesús, muchas veces la desesperanza nubla mi pensamiento y me olvido de todas las promesas que me has hecho de felicidad. Hoy quiero pedirte que me ayudes a mantenerme fiel a ti para que sin importar lo mal que parezcan las cosas, sepa reconocer tus señales.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a creer»

Recalculando:

Nuestra mente es como un recipiente que se llenará con lo que nosotros pongamos en él. Hoy te invitamos a llenarlo de pensamientos positivos, hazte el propósito este día de cuidar la forma en que te expresas: evita quejarte de las cosas y cambia estos pensamientos por el lado positivo de cada situación. 

Texto del Evangelio de hoy: San Juan 20:1-10

El domingo muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue a la tumba donde habían puesto a Jesús. Al acercarse, se dio cuenta de que habían movido la piedra que tapaba la entrada de la tumba. Entonces fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el discípulo favorito de Jesús, y les dijo: «¡Se han llevado de la tumba al Señor, y no sabemos dónde lo habrán puesto!»
Pedro y el otro discípulo salieron corriendo hacia la tumba. El otro discípulo corrió más rápido que Pedro, y llegó primero. Se inclinó para ver dentro de la tumba, y vio las vendas, pero no entró. Poco después llegó Simón Pedro, y entró en la tumba. También él vio las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús ya no estaba con las vendas, sino que la habían enrollado y puesto aparte. Luego el otro discípulo entró en la tumba. Cuando vio lo que había pasado, creyó. Antes de eso, los discípulos no habían entendido lo que dice la Biblia acerca de que Jesús tenía que resucitar. Entonces Pedro y el otro discípulo regresaron a sus casas.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ^® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.