Evangelio de hoy: San Lucas 13:10–17
Reflexiona:
…La gente, se puso muy feliz al ver las cosas tan maravillosas que Jesús hacía.
Piensa:
En la vida hay muchas cosas que nos mantienen prisioneros: el egoísmo, la falta de interés por ayudar, la indiferencia ante el dolor ajeno, el morbo por la desgracia de otras personas. Estas situaciones nos mantienen encorvados de espíritu, imposibilitados para elevar nuestra mirada y admirar las maravillas de la vida.
¿Cuántas veces caminamos por la calle perdidos en las publicaciones de las redes sociales o en los mensajes de WhatsApp, mientras ignoramos a la gente que está a nuestro lado? ¿Cuántos accidentes han ocurrido por gente que utiliza el celular mientras conduce? Quizá, con el tiempo, la tecnología avanza, pero seguimos sufriendo esas «enfermedades» que ponen una joroba o estorbo sobre nosotros.
¿Entonces la tecnología es mala? No. Es claro que la tecnología ha traído muchos beneficios para la humanidad, pero debemos tener cuidado de no dejar que estas comodidades nos alejen del mundo y nos hagan perder nuestra vida lejos de la realidad, y sobre todo la cercanía con nuestros hermanos.
Dialoga:
Señor Jesús, tú conoces mi alma, sabes de mis enfermedades y mi sufrimiento. Hoy quiero ponerme en tus manos para que con tu mano sanadora toques mi alma y alejes de mí esas enfermedades que me mantienen encorvado, para que libre del yugo de estos males pueda elevar la mirada y proclamar con alegría el nombre de Dios.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor gracias por sanarme»
Recalculando:
Hoy te invitamos a hacer un ejercicio de «desintoxicación tecnológica». Te proponemos alejarte por unas horas de las redes sociales, el teléfono, la computadora, los videojuegos; y dedicar este tiempo a cultivar la relación con tus amigos y familia. Platica con tus padres, sal a caminar por el parque con tus amigos, o tómate un momento para alimentar tu espiritualidad.
Texto del Evangelio de hoy:
Un sábado, Jesús estaba enseñando en una sinagoga. Allí había una mujer que tenía dieciocho años de estar jorobada. Un espíritu malo la había dejado así, y no podía enderezarse para nada. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: «¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad!» Jesús puso sus manos sobre ella, y en ese momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios.
El jefe de la sinagoga se enojó mucho con Jesús, por lo que Jesús había hecho en un día de descanso obligatorio. Por eso, le dijo a la gente que estaba reunida: «La semana tiene seis días para trabajar, y uno para descansar. Ustedes deben venir para ser sanados en uno de esos seis días, pero no en sábado.»
Jesús contestó: «¿A quién tratan de engañar? Ustedes llevan a su buey o a su burro a beber agua el día sábado, y esta mujer vale mucho más que un buey o un burro, porque es descendiente de Abraham. Si Satanás la tuvo enferma durante dieciocho años, ¿por qué no podría ser sanada en un día sábado?»
Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron avergonzados. El resto de la gente, en cambio, se puso muy feliz al ver las cosas tan maravillosas que Jesús hacía.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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