Reflexiona:
Juan dijo: «¡Aquí viene el Cordero de Dios que quita el pecado de la gente del mundo! Por medio de él, Dios les perdonará a ustedes todos sus pecados».
Piensa:
Cuando pensamos en el pecado y sus consecuencias, casi siempre lo asociamos con el infierno y la condenación eterna después de la muerte. Pero la realidad es que sufrimos sus consecuencias apenas empezamos a alejarnos del camino del bien.
Por ello es necesario hacer un proceso de revisión en nuestras vidas para conocer cuál es nuestro «punto flaco». Si analizamos bien nos daremos cuenta de que casi siempre nuestros malos actos surgen de la misma forma, por ejemplo, la pereza o la desidia nos empieza a alejar de la ayuda al prójimo y luego para mantenernos apartados recurrimos a la mentira o el chantaje; también nos puede llevar al robo para conseguir las cosas sin esfuerzo, y así sucesivamente. No hay «pecado pequeño», el mal es como un cáncer que se va apoderando de nuestra vida e infecta cada aspecto de nuestra existencia.
El evangelio de hoy no es solo una declaración, es una invitación. Juan el Bautista nos invita a mirar al que puede ofrecernos la libertad de hijos de Dios.
El mal es como una pesada carga que vuelve lenta y cansada nuestra existencia, pero cuando más nos sentimos agobiados y listos para «tirar la toalla», es ahí donde debemos dejar que el Cordero de Dios nos libere de nuestro pecado. Ese es el punto en el que a través del reconocimiento de nuestras limitaciones Dios actúa en nuestras vidas y nos salva. Y no solo es la salvación eterna al final de los días, sino una salvación aquí y ahora. Dejar que cambie nuestras vidas nos ayuda a una vida más feliz y plena, y como diría san Pablo, no es la felicidad que da el mundo sino la alegría verdadera que viene de Dios.
Dialoga:
Señor Jesús, tú conoces mi corazón y sabes lo que hay en mi alma. Tú sabes de mis alegrías y de mis tristezas, y solo tú eres capaz de llenar de tu gracia mi vida, para que, con sabiduría, sepa elegir siempre aquellas cosas que me conducen a ti y la felicidad real. Hoy te pido que vengas a mi vida, que llenes mi corazón con tu amor y alejes de mí las tentaciones. Fortalece mi voluntad para saber ser firme y caminar siempre por el camino del bien.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, libera mi vida del pecado»
Recalculando:
Igual que una enfermedad, para poder combatir el pecado es necesario identificar su raíz. Imagina tu vida como una pequeña huerta en donde hay cosas buenas, pero también algunas malezas que amenazan con invadir. ¿Cuáles son esas semillas que hicieron crecer esa mala hierba? ¿Qué actitudes, lugares o personas son las que debes sacar de tu vida para vivir una vida más santa y más feliz? ¿En verdad confías que Jesús es el Cordero de Dios que puede liberarte del pecado?
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 1:29-34
Al día siguiente, Juan vio que Jesús se acercaba. Entonces le dijo a toda la gente:
«¡Aquí viene el Cordero de Dios que quita el pecado de la gente del mundo! Por medio de él, Dios les perdonará a ustedes todos sus pecados. Yo me refería a él cuando dije: “Después de mí viene uno que es más importante que yo, porque existe desde antes de que yo naciera.” Yo no sabía quién era, pero Dios me mandó a bautizar con agua para que todos puedan conocerlo.
»Yo vi cuando el Espíritu de Dios bajaba del cielo en forma de paloma y se colocaba sobre él. No sabía yo quién era él, pero Dios me dijo: “Conocerás al que bautiza con el Espíritu Santo cuando veas que mi Espíritu baja y se coloca sobre él.” Ahora lo he visto, y les aseguro que él es el Hijo de Dios.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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