Reflexiona:
[Jesús dijo]: «Yo he venido al mundo, y soy la luz que brilla en la oscuridad».
Piensa:
Casi en todas las películas de suspenso hay escenas en las que alguno de los personajes ante una situación de peligro, cierra los ojos para no ver aquello que lo persigue, como si esa actitud le hiciera invisible. Quizá pensaríamos que es algo tonto, pero muchas veces en la vida tenemos esa misma actitud, ante situaciones que nos asustan o nos avergüenzan, cerramos los ojos y nos mantenemos en la oscuridad como si con eso pudiéramos evadir la realidad.
Hoy Jesús se presenta como la luz del mundo, y no una luz cegadora sino una luz que nos da paz y consuelo, una luz que no hace desaparecer nuestros problemas, sino que nos ayuda a verlos con claridad para saber cómo resolverlos. No es un como un policía que alumbra con su linterna buscando las señales de un delito, sino como un padre que viene para ayudar a su hijo a encontrar el camino en medio de la oscuridad.
Hace algunos años el Papa Francisco hablaba de los «cristianos murciélagos» que prefieren las sombras a la luz del Señor, y es que, a veces, nos sentimos tan cómodos pasando desapercibidos, que la luz nos hace sentir expuestos o vulnerables, porque en la claridad no tenemos donde escondernos. La luz nos hace enfrentarnos a la realidad y ver nuestros defectos; pero no olvidemos que Jesús no viene a juzgarnos sino a traernos la paz, así que no tengamos miedo de dejar que la luz de Cristo resucitado llene nuestras vidas y nos conduzca por un nuevo camino.
Dialoga:
Señor Jesús, gracias por traer la luz a mi vida y por guiarme para salir de las sombras que me tienen atrapado. Te pido que me ayudes a ser valiente para no apartarme del camino de luz, que, aunque no siempre es el más fácil o agradable, con tu ayuda sé que todo resultará bien.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, aparta la oscuridad de mi vida»
Recalculando:
Para recalcular la dirección de tu vida, te propongo que busques en tu interior algunos momentos en que has preferido la oscuridad, seguro que no son recuerdos agradables, pero es importante que esas memorias las pongas en manos de Jesús para que él te ayude a redireccionar tu caminar. También es importante que tomes la iniciativa de encontrar a alguien que te rodea y que tú sabes que pasa por momentos difíciles. Acércate a esta persona y anímala en su caminar. Recuérdale que Jesús es la Luz y que no debe temer. Esto te dará confianza a ti mismo para entender que el evangelio se hace vida en ti.
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 3:16-21
«Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no me envió a este mundo para condenar a la gente, sino para salvarla.
»El que cree en mí, que soy el Hijo de Dios, no será condenado por Dios. Pero el que no cree ya ha sido condenado, precisamente por no haber creído en el Hijo único de Dios. Y así es como Dios juzga: yo he venido al mundo, y soy la luz que brilla en la oscuridad, pero como la gente hacía lo malo prefirió más la oscuridad que la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella, para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que prefieren la verdad sí se acercan a la luz, pues quieren que los demás sepan que obedecen todos los mandamientos de Dios.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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