Reflexiona:
Mientras conversaban de todo lo que había pasado, Jesús se les acercó y empezó a caminar con ellos, pero ellos no lo reconocieron.
Piensa:
En nuestra época de estudiantes seguramente nos topamos con un maestro que no nos daba las respuestas a nuestras preguntas, sino que nos hacía nuevos cuestionamientos y más preguntas para guiarnos hasta que nosotros mismos, con su ayuda, encontrábamos la solución.
Eso es lo mismo que Jesús hace con estos dos discípulos del texto de hoy. Jesús no se revela enseguida, sino que se hace presente de manera discreta, les acompaña, les explica las Escrituras y espera una invitación para quedarse con ellos, y al final se deja reconocer.
Así es la vida misma, Jesús siempre está presente, en las personas a nuestro alrededor, los necesitados, los abandonados, los ancianos, los niños, en nuestros amigos y nuestra familia, ahí está, nos habla, nos llama… pero no se mete a la fuerza en nuestras vidas. Es necesario que nosotros estemos dispuestos a invitarlo, a decirle «Quédate conmigo, ven a mi casa, ven a mi vida». Solo cuando tenemos un corazón con la apertura para recibir y acoger a quien lo necesita, es cuando podemos tener ese encuentro con Dios. Él se nos revela y nos llena de su alegría.
Y ese encuentro nos lleva a salir al encuentro de otros y decirles: «Es verdad, ha resucitado».
Pidamos a Dios que nos permita tener ese corazón siempre dispuesto para reconocerle y encontrarle en el camino.
Dialoga:
Señor Jesús, muchas veces durante las dificultades se me hace difícil reconocerte, ayúdame a tener una mentalidad más positiva para no dejar que la depresión me nuble la vista. Toca mi corazón para que esté siempre atento y sepa reconocerte en el camino, que te invite a quedarte conmigo para disfrutar de tu compañía y de tu presencia cada día.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, quédate conmigo»
Recalculando:
Te propongo que hagas un listado de tres cosas que te distraen en la vida y te desenfocan del objetivo que tienes. Pueden ser situaciones, personas, actitudes, vicios, etc. Cualquier cosa que te distrae para lograr lo que tú un día te propusiste lograr. De esas tres busca la más fácil de resolver. De esta manera podrás evaluar de manera sencilla si estás cerca del evangelio y más concentrado en ti mismo.
Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 24:13-35
Ese mismo día, dos de los seguidores de Jesús iban a Emaús, un pueblo a once kilómetros de Jerusalén.
Mientras conversaban de todo lo que había pasado, Jesús se les acercó y empezó a caminar con ellos, pero ellos no lo reconocieron. Jesús les preguntó:
—¿De qué están hablando por el camino?
Los dos discípulos se detuvieron; sus caras se veían tristes, y uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo a Jesús:
—¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado en estos días?
Jesús preguntó:
—¿Qué ha pasado?
Ellos le respondieron:
—¡Lo que le han hecho a Jesús, el profeta de Nazaret! Para Dios y para la gente, Jesús hablaba y actuaba con mucho poder. Pero los sacerdotes principales y nuestros líderes lograron que los romanos lo mataran, clavándolo en una cruz. Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Pero ya hace tres días que murió.
»Esta mañana, algunas de las mujeres de nuestro grupo nos dieron un gran susto. Ellas fueron muy temprano a la tumba, y nos dijeron que no encontraron el cuerpo de Jesús. También nos contaron que unos ángeles se les aparecieron, y les dijeron que Jesús está vivo. Algunos hombres del grupo fueron a la tumba y encontraron todo tal como las mujeres habían dicho. Pero ellos tampoco vieron a Jesús.
Jesús les dijo:
—¿Tan tontos son ustedes, que no pueden entender? ¿Por qué son tan lentos para creer todo lo que enseñaron los profetas? ¿No sabían ustedes que el Mesías tenía que sufrir antes de subir al cielo para reinar?
Luego Jesús les explicó todo lo que la Biblia decía acerca de él. Empezó con los libros de la ley de Moisés, y siguió con los libros de los profetas.
Cuando se acercaron al pueblo de Emaús, Jesús se despidió de ellos. Pero los dos discípulos insistieron:
—¡Quédate con nosotros! Ya es muy tarde, y pronto el camino estará oscuro.
Jesús se fue a la casa con ellos. Cuando se sentaron a comer, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos. Entonces los dos discípulos pudieron reconocerlo, pero Jesús desapareció. Los dos se dijeron: «¿No es verdad que, cuando él nos hablaba en el camino y nos explicaba la Biblia, sentíamos como que un fuego ardía en nuestros corazones?»
En ese mismo momento, regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los once apóstoles, junto con los otros miembros del grupo. Los que estaban allí les dijeron: «¡Jesús resucitó! ¡Se le apareció a Pedro!»
Los dos discípulos contaron a los del grupo todo lo que había pasado en el camino a Emaús, y cómo habían reconocido a Jesús cuando él partió el pan.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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