Reflexiona:

«Aquel que es la Palabra habitó entre nosotros y fue como uno de nosotros»

Piensa:

Piensa en cualquier historia ya sea una novela, una película o un cuento: «Frodo llevando a destruir el anillo», «Harry en su preparación para destruir a Voldemort», «Pinocho en su aprendizaje para convertirse en un niño». Aunque cada una de estas historias es diferente, siempre existe una idea central que motiva las acciones de los protagonistas y le da sentido a toda la secuencia de hechos.

Así de importante es la fiesta de Navidad, es la acción central que le da sentido a nuestra historia. Es la culminación de todas las profecías hechas al pueblo de Dios, la Palabra hecha carne, y este hecho desencadena toda una nueva serie de acontecimientos que continúan hasta nuestros días.

Hoy San Juan nos invita a reflexionar sobre nuestra reacción ante este misterio. Jesús viene a nosotros, pero tenemos la opción de aceptarlo o ignorarlo. Dios nos ama tanto que no quiso quedarse lejos y por eso viene a nosotros. Pero, ¿estamos listos para reconocerlo y aceptarlo? ¿Estamos listos para permitir que cambie nuestra historia? ¿Estamos listos para dejar que actúe en nuestras vidas?

Dialoga:

Jesús, hoy al celebrar tu nacimiento, me doy cuenta del gran amor que me tienes y de todo cuanto has hecho por mí para acercarte a mi vida. Eres un Dios lleno de amor y bondad. Enséñame a amar como tú amas, a entregarme incondicionalmente a la ayuda de mis hermanos. Enséñame a ser un miembro activo en este momento de la historia. Que esté siempre listo para escucharte y anunciarte. Amén.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Gracias Señor, por venir a mi vida»

Recalculando:

Hoy te invitamos a vivir la Navidad con un verdadero espíritu cristiano. Tómate un momento para reflexionar sobre la importancia de este acontecimiento y externa tu alegría con un acto de caridad. Sé mensajero de la alegría de Jesús que ha nacido y ¡Feliz Navidad! 

Texto del Evangelio de hoy: San Juan 1:1-18

Antes de que todo comenzara ya existía aquel que es la Palabra.
La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Cuando Dios creó todas las cosas, allí estaba la Palabra.
Todo fue creado por la Palabra, y sin la Palabra nada se hizo.
De la Palabra nace la vida, y la Palabra, que es la vida, es también nuestra luz. La luz alumbra en la oscuridad, ¡y nada puede destruirla!
Dios envió a un hombre llamado Juan, para que hablara con la gente y la convenciera de creer en la luz. Juan no era la luz; él sólo vino para mostrar quién era la luz. Y la luz verdadera pronto llegaría a este mundo.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo. Dios creó el mundo por medio de aquel que es la Palabra, pero la gente no lo reconoció. La Palabra vino a vivir a este mundo, pero su pueblo no la aceptó.
Pero aquellos que la aceptaron y creyeron en ella, llegaron a ser hijos de Dios.
Son hijos de Dios por voluntad divina, no por voluntad humana.
Aquel que es la Palabra habitó entre nosotros y fue como uno de nosotros.
Vimos el poder que le pertenece como Hijo único de Dios, pues nos ha mostrado todo el amor y toda la verdad.
Juan habló de aquel que era la Palabra, y anunció: «Ya les había dicho que él estaba por llegar. Él es más importante que yo, porque existe desde antes de que yo existiera.»
Dios nos dio a conocer sus leyes por medio de Moisés, pero por medio de Jesucristo nos hizo conocer el amor y la verdad. Nadie ha visto a Dios jamás; pero el Hijo único, que está más cerca del Padre, y que es Dios mismo, nos ha enseñado cómo es él. Gracias a lo que el Hijo de Dios es, hemos recibido muchas bendiciones.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ^® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.