Reflexiona:
«Dios, nuestro Padre, sabe lo que ustedes necesitan, aun antes de que se lo pidan».
Piensa:
A lo largo de la historia de la humanidad, la figura de Dios y el cielo han tenido muchas representaciones. En algunas culturas eran inmensos salones llenos de deidades, en otras un dios omnipresente que regía a la tierra con mano firme. Los judíos llevaban ya muchos años creyendo en un Dios único que era proveedor para su pueblo, pero seguía siendo un Dios ajeno, lejano, inalcanzable; para ellos era un Dios exigente, muchas veces colérico, por lo que era necesario ir con mucho cuidado en cuanto a sus reglas. Incluso había reglas sobre cómo y cuándo orarle.
Pero hoy Jesús quiere cambiar esa perspectiva, nos presenta a un Dios totalmente diferente, un Padre amoroso que está pendiente de las necesidades de sus hijos y es pronto para atenderles. Por eso nos invita a mantener una comunicación constante con él, de una forma cercana y confiada; como si estuviera a nuestro lado, porque lo está.
Para encontrarnos con Dios no es necesario hacer las largas procesiones al templo, como lo marcaban las tradiciones judías. Es suficiente con que tengamos un corazón dispuesto y generoso, humilde para reconocer que necesitamos de su ayuda.
¿Qué es lo que necesitas pedirle a Dios hoy? ¿Cuáles son las necesidades de tu familia, amigos o comunidad? ¿Crees sinceramente que con la ayuda de Dios esas necesidades se pueden remediar?
Jesús hoy nos invita a confiar en el amor de Dios nuestro Padre, ¿Estás listo para hacerlo?
Dialoga:
Padre amoroso, siempre estás al pendiente de mis necesidades y son pocas las veces que me tomo el tiempo para agradecer todas las bendiciones que me concedes día con día. Ayúdame a incrementar mi confianza para abandonarme a tu amor y dejarte actuar en mi vida, porque solo tú sabes las cosas que realmente necesito.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Gracias Padre por todo lo que me das»
Recalculando:
Piensa en tu vida y las palabras que usas diariamente. ¿Para qué las usas? Hoy te invito que tu acción sea interior. Tal vez sin muchas palabras, o sólo con la frase gracias. Y te invito a que busque un lugar tranquilo y en forma rítmica realices tu respiración. Y en cada una de ellas, pienses en Dios repitiendo solo la frase gracias. Luego de un tiempo prudente, reincorpórate y fíjate una manera buena de agradecer a Dios por tu vida. Aún en los momentos difíciles el agradecer cambia de rumbo nuestra vida.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 6:6, 7-15
«Cuando alguno de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre la puerta y hable allí en secreto con Dios, su Padre, pues él da lo que se le pide en secreto.
»Cuando ustedes oren, no usen muchas palabras, como hacen los que no conocen verdaderamente a Dios. Ellos creen que, porque hablan mucho, Dios les va a hacer más caso. No los imiten, porque Dios, nuestro Padre, sabe lo que ustedes necesitan, aun antes de que se lo pidan.
»Ustedes deben orar así:
“Padre nuestro
que estás en el cielo:
Que todos reconozcan
que tú eres el verdadero Dios.
Ven y sé nuestro único rey.
Que todos los que viven
en la tierra te obedezcan,
como te obedecen
los que están en el cielo.
Danos la comida que necesitamos hoy.
Perdona el mal que hacemos,
así como nosotros perdonamos
a los que nos hacen mal.
Y cuando vengan las pruebas,
no permitas que ellas nos aparten de ti,
y líbranos del poder del diablo.”
»Si ustedes perdonan a otros el mal que les han hecho, Dios, su Padre que está en el cielo, los perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco su Padre los perdonará a ustedes.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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