Reflexiona:
Jesús dijo: «…mi cuerpo es el pan que da vida; el que lo coma tendrá vida eterna».
Piensa:
Si hoy te dijeran que te falta poco para partir de este mundo, pero que puedes elegir una forma para permanecer presente entre las personas que amas ¿qué forma elegirías?
Alguien podría elegir ser la mascota de la familia, para poder seguir a su lado, acompañarles todos los días, darles cariño y seguir recibiendo caricias. Alguien podría pensar en ser un aire acondicionado para seguir brindando confort al descanso de sus seres queridos; o la puerta de la casa, que brinda seguridad a quienes la habitan. En fin, seguramente cada uno de los que lee estas líneas tendrá su propia idea.
Y esta semana hemos meditado sobre el signo que Jesús eligió para quedarse con nosotros. Él habló diciendo que es el Pan de vida. Y no es un signo al azar, en tiempos de Jesús y seguramente ahora, el pan (en cualquiera de sus presentaciones) es algo que está presente en cualquier hogar, es una cosa sencilla, pero que representa el sustento de las personas. Por eso elige esa figura, porque como el pan de casa, él quiere estar siempre presente, alimentándonos, haciéndonos fuertes, dándonos vida.
Así concluye el discurso del Pan de vida de Jesús, a pesar de los murmullos, a pesar de que no entendían sus palabras, él se queda como alimento que da la vida, pero no la vida pasajera, sino la vida que viene de Dios. Jesús, para compartir su divinidad nos ofrece su cuerpo y así poder recibir la vida eterna.
Hoy te invitamos a reflexionar sobre este gran regalo, participar de la mesa del Señor, pero no solo como una costumbre, sino meditando profundamente el don de la vida que Dios nos regala a través de ella.
Dialoga:
Gracias Señor por el don de la vida, y porque quieres que viva para siempre contigo. Permíteme como hijo fiel vivir con mayor fervor participando de la mesa que me ofreces con tu cuerpo, para llenarme de tu fuerza y poder llevar a cabo la misión que tienes para mí.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, gracias por la mesa con que me alimentas»
Recalculando:
Para reconocer que tu vida va acercándose al evangelio, y como Jesús habla de pan y de vida, te invito a que encuentres a alguna persona que está carente de sustento. Y con tus propios recursos ayuda a que pase menos hambre. Si lo haces, estás acompañando a Jesús en su ministerio de dar vida. Si das un paso importante puede ser frecuentar más seguido la mesa del Señor en los sacramentos.
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 6:52-59
Los judíos empezaron a discutir entre ellos, y se preguntaban: «¿Cómo puede éste darnos a comer su propio cuerpo?»
Jesús les dijo:
«Yo soy el Hijo del hombre, y les aseguro que, si ustedes no comen mi cuerpo ni beben mi sangre, no tendrán vida eterna. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tendrá vida eterna. Cuando llegue el fin del mundo, yo lo resucitaré. Mi cuerpo es la comida verdadera, y mi sangre es la bebida verdadera. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí y yo vivo unido a él.
»Mi Padre, el Dios de la vida, fue el que me envió y me dio vida, pues tiene poder para darla. Por eso, todo el que coma mi cuerpo tendrá vida eterna. Yo soy el pan que bajó del cielo, y el que cree en mí tendrá vida eterna. Yo no soy como el pan que comieron sus antepasados, que murieron a pesar de haberlo comido.»
Jesús dijo todas estas cosas en la sinagoga de Cafarnaúm.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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